Sostenibilidad, desarrollo sostenible, emprendimientos sociales entran dentro de la llamada ‘nueva economía’. Esta expresión, acuñada en la década de 1990 por Brian Arthur y popularizada por Kevin Kelly, tiene varias vertientes. La primera propugna por una revolución de la productividad mediante el uso de la tecnología. La segunda se refiere a la gente que trabaja con sus cerebros en lugar de hacerlo con las manos. La tercera está más asociada con el modelo estadounidense de productividad ascendente y capacidad de producción que excede la demanda.
Gracias a la segunda vertiente del concepto, empresas diversas (en cuanto a organización, dimensión, enfoque), comprometidas (con propósitos que facilitan la creación de valor para las comunidades), que no buscan solamente maximizar el resultado económico y se consideran parte de un ecosistema, son representativas de la nueva economía.
La gama es amplia: economía verde, economía azul, economía naranja, economía colaborativa, economía circular, modelo del bien común, modelo de impacto, modelo verde-azulado. La importancia de innovar modelos de negocios e clara.
El actual paradigma en la vinculación entre empresas y movimientos sociales (y ambientales) está representado por las empresas con propósito o de triple impacto. Hoy cada producto o servicio exitoso es juzgado en términos de bienestar, ética y cuidados, son juzgadas sus relaciones con sus trabajadores, clientes y comunidades, así como por su impacto en la sociedad en general y el medio ambiente.
El mundo actual (antes y después de la pandemia) representa para las empresas un reto a innovarse a sí mismas. El modelo de negocios se redefine y comienza a ocupar un rol transformador para las personas, la sociedad, accionistas y el planeta. No solamente para los accionistas.
Un elemento que puede materializar la transición de la empresa hacia la multiplicidad de propósitos vinculados al bien común son los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).