La gestión de las empresas no solo se medirá por las ventas, ingresos o negocios que genere, sino por la huella que dejen tanto en el medioambiente, en el terreno social y la gobernanza y transparencia que tengan como corporación.
Organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo tienen el foco en proyectos y empresas que tengan claro sus objetivos de sostenibilidad y estén ejecutando en sus procesos criterios ESG (Environmental, social and governance) para darles financiamiento como prioridad, sobre otras que no los aplican. Igual los bancos se adaptan a esa tendencia para crear programas de financiamiento a empresas con índices de sostenibilidad probados y los inversionistas buscan alianzas con empresas que tengan ese perfil, destaca Arturo Carvajal, socio de consultoría de la firma KPMG en Panamá.
Explica que no se trata de crear una unidad de gestión de sostenibilidad en una empresas para hacer determinadas ‘obras sociales y de responsabilidad social’ y acumular datos para informes de fin de año. “Es todo un cambio cultural que debe comenzar desde las juntas directivas de las empresas”, advierte.
Medir los riesgos medioambientales, sociales y de gobernanza es un mandato hoy en día tanto en el sector público como en el privado, y quienes no lo hagan quedarán excluidos. Carvajal admite que este es un tema relativamente nuevo para las empresas latinoamericanas, pero no por eso se debe descuidar. “Hay que acelerar la adopción de los factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo porque esto se está viendo como un elemento clave para decidir invertir o no en un proyecto o empresa. Además, los clientes están evaluando si contribuyen con estos criterios”.
Se evalúa cómo una empresa trata a sus empleados y a la sociedad. Con la pandemia este factor se ha vuelto más sensible porque no dar un buen trato afecta la reputación de las empresas. “Desde temas como proveer internet y los equipos para el teletrabajo se miden en lo social, además de beneficios laborales y la garantía de los derechos humanos”.
Impacta el valor
Carvajal advierte que las empresas que no incorporen estas buenas prácticas tanto sociales como de medioambiente y gobernanza corren el riesgo de quedar rezagadas y perder valor en el mercado y por ende la fidelidad de los clientes, de los inversores, y de los accionistas.
“La primera pregunta que hacen los inversionistas a las empresas es cómo están incorporando los criterios ESG en sus procesos, esto ya no es opcional”.
Las empresas en Europa, Asia y Estados Unidos tienen como meta lograr altos índices de sostenibilidad, y esa medición que ya hacen calificadoras de riesgo y bancos de inversión, influye en los mercados bursátiles que acreditan la gestión responsable a través de prácticas avanzadas en las distintas facetas que constituyen la sostenibilidad y por ende esas empresas crecen más y obtienen mejores rendimientos de sus acciones, explica carvajal. Se trata de un nuevo concepto: El crecimiento económico ético que minimice el impacto ambiental y respete la comunidad.
“Las empresas este año deben centrarse no solo en evaluar los riesgos financieros propios de sus negocios sino los riesgos no financieros y entre ellos los sociales, medioambientales y de transparencia”, insiste.
Carvajal indica que al ser Panamá un hub financiero y de servicios, la banca debe adaptar sus productos y portafolio y crear programas para financiar a empresas que estén montadas en esa tendencia ESG en sus procesos. “Por ejemplo, si un banco tiene clientes que están afectando al medioambiente y quiere ser una institución ESG, debe de sacarlos de su cartera de clientes. O reevaluar su producto financiero para que en la estructura comercial tenga incorporado la no afectación de un impacto social, ambiental o de gobernanza para no verse envuelto en dar financiamiento a clientes que tengan esos riesgos”.
Los bancos deben reevaluar su cartera de clientes y también a quiénes les presta dinero, qué ahorristas mantienen y si hacen alguna emisión de bonos quiénes están accediendo a estas inversiones y si cumplen o no con estándares ESG.
En la medida que los bancos en Panamá se adapten, impulsarán una nueva cultura para que las empresas tomen el rumbo de la sostenibilidad y el país atraerá más inversiones verdes.