El gobierno de Colombia estaba en la fría y lejana Bogotá, en manos de poetas como el presidente de entonces, José Manuel Marroquín, quien se ufanaba de que nunca había salido del altiplano y de que no le interesaba hacerlo.
Los cronistas locales recuerdan también un chiste que se atribuye a Marroquín, cuando salió de la Presidencia en 1904: yo no sé de qué se quejan. Recibí un país y les devuelvo dos, dijo.
