Retorno al Martini



‘Shaken, not stirred’

Hay muchas versiones del Martini perfecto, y para gustos, los colores. Lo que sí es cierto es que Ian Fleming hizo más por inmortalizar al Martini que cualquier otra persona cuando lo convirtió en el cóctel favorito de su mujeriego, mortal y masculino héroe: Bond, James Bond. A James le gusta el Martini agitado, no revuelto, pero otros como el gurú del bar, Gary Regan, abogan por revolver el trago por unos treinta segundos en vez de agitarlo vigorosamente durante diez. Y es que el agua es componente vital de éste, el más simple de los cócteles, ya que de lo contrario, el grado de alcohol sería demasiado alto. Sobre esto, también discuten los doctos. Si bien hay algunos que matan por los Martinis de Harry’s Bar, en Venecia, que se hacen con vodka o ginebra helada a punto de melcocha, yo prefiero la versión del hotel Bristol, ya que el tipo de hielo que usan, después de una buena sacudida, lo deja con el grado de disolución perfecto para mi gusto. Y si lo tuyo es cantidad –sin sacrificar la calidad, por supuesto– el de Grey Goose de Limoncillo es muy bueno.

Martini, Martínez y Martín

Cuando Franklin Delano Roosevelt dio fin a la Ley Volsted de 1919, mejor conocida como la “ley seca”, celebró con un Martini a la vez que decía: “Lo que América necesita ahora, es un trago”. Y en nuestro país, los esperanzados celebran el ascenso de su elegido Martín, aunque desafortunadamente, la mayoría no tenga los medios para –¡oh, frivolidad!– un Martini.

Tan importante es el Martini, y tan risueño se siente en este periódico cuando, ante las fauces inclementes de la rotativa, lo único que deseas es apagar la computadora y remojarte, de cuerpo entero, en un Martini, que nuestra nueva crítica de bares adoptó el seudónimo de Oliva Martini.

Y así como la identidad de Oliva es secreta, el origen del cóctel también da base a especulaciones, aunque apunta Regan en The Joy of Mixology, que probablemente se deriva del Manhattan, cuando se substituyó el whisky por la ginebra. Otros dicen que Jerry Thomas, un cantinero del Occidental Hotel de San Francisco, creó el trago en 1860 para un viajero que se dirigía hacia Martinez, California, y lo nombró “Martinez”, aunque los residentes de dicho pueblo cuentan otra versión. En el Hotel Knickerbocker de Nueva York, otro cantinero, Martini di Arma di Taggia comenzó a servir “Martinis” a principios de la década de 1890 y Barnaby Conrad III, en su libro The Martini Book, dice que la primera receta documentada aparece en 1896, en Stuart’s Fancy Drinks and How to Mix Them, en 1896, con el nombre de “Marguerite”.

El Martini perfecto

INGREDIENTES: Más que otras libaciones, el secreto de un buen Martini es la calidad de sus ingredientes. Los conocedores recomiendan Bombay Sapphire o Tanqueray. El otro ingrediente, el vermouth seco, Noilly Pratt, según los puristas. Por supuesto, que si está preparando un “vodka Martini”, lo mismo aplica: use un vodka de primera calidad como Stolichnaya, Absolut, Grey Goose o Danska.

PROPORCION: Al principio, los Martinis eran mucho más dulces. Un recetario de cócteles de los años (mil novecientos) veinte, llamado Los cocktails más sabrosos y escrito por un señor llamado Mauricio Amster, lista el “Martinez” (un tercio de ginebra, un tercio de vermouth francés, un tercio de marrasquino y un toque de “Bitters”) y el “Martini” (media copa de ginebra, media copa de vermouth italiano, un tercio de copa de jarabe de ciruela). ¡Qué horror! Ian Fleming se revolcaría en su tumba. También se revuelcan de la furia los puristas que ven aplicar el mote de Martini a cualquier trago que se sirva en copa coctelera, como p.e., el Martini de chocolate (el del Decápolis es buenísimo), el Cosmopolitan popularizado por Sarah Jessica Parker en Sex and the City y el Apple Martini, que se puso muy de moda hace un par de años.

Siguiendo con esta tendencia, donde se utiliza cada vez más y más vodka y menos ginebra, se han creado tragos con vodkas saborizadas: el último grito es el Absolut Vanilla, aunque también son populares el vodka con cítricos o con ají picante, pero que conste que este último no es invento nuevo, los rusos llevan siglos consumiéndolo.

Técnica para un Martini super seco

Llene una copa (de las especiales, con las paredes rectas, que parezca un triángulo invertido) con hielo para que se enfríe.

Ponga hielo en una coctelera (preferible en tucos grandes) y vierta una onza generosa de ginebra o vodka sobre el hielo.

Con la coctelera tapada, agítela fuertemente durante unos quince a veinte segundos. Mientras más grande los tucos de hielo, mayor el tiempo.

Bote el hielo de la copa.

Ponga unas gotas de vermouth seco en el vaso y déle vueltas para que cubra las paredes. Bote el exceso.

Con el colador de cócteles, vierta el vodka o la ginebra en la copa.

Añada una aceituna verde grande, rellena de pimentón, en un palillo (nada de paragüitas, por favor).

Recuerde que el Martini es perfecto mientras siga bien helado. Ya tibio, habrá perdido todo su encanto, así que no lo arrulle por tres horas.

Variaciones (recuadro)

MARTINI SECO: Igual que el anterior, pero solamente dos gotas de vermouth.

MARTINI EXTRA SECO: Lleve la copa a sus labios y susurre: “vermouth”.

TWIST: Antes de helarla, frote el interior de la copa con una cáscara de limón y al momento de servirlo, añada otra cascarita de limón, dándole la vuelta para que suelte el zumo.

GIBSON: Substituya la aceituna por cebollitas encurtidas.

GIMLET: Siga la receta original, pero substituya el vermouth por extracto de limón (Rose’s Lime). Cuidado en los bares, que a los saloneros se les va la mano con el sirope.

COSMOPOLITAN: 1½ onza de vodka saborizada de cítrico, 1 onza triple sec, ½ onza de jugo de limón fresco, 1 onza de jugo de arándano (cranberry), adornar con rueda de limón.

BLUE MARTINI: 2 partes de vodka, ½ parte Blue Curaçao, gotas amargas.

MARCELINI: 2 partes de Absolut Vanilla, 1 parte Dessenez Crème de Peche. Adornar con vaina de vainilla.

Y finalmente, disfrútalo. Recuerda que lo tuyo es mental. Y si te tomas dos, toma un taxi.

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