Hay casos en las clases de alta alcurnia, de extranjeros, policías: nadie se salva de los lentes de este ejército de espías profesionales. Sin embargo, poco queda de la épica de los detectives de ficción que inmortalizaron grandes escritores como Dashiell Hammett, que también fue detective.
Pese al crecimiento de la actividad, no hay ley que la controle. Ellos no se hacen mucho problema, tienen un mercado que nunca acabará de darles trabajo. Las infidelidades se multiplican cada vez más. Y cuando no es así, también ganan. Como pasó con una “fula” del Club Unión que, luego de contratar a los detectives, prefirió quedarse con su respetadísimo marido.
O el señor que dudaba de la fidelidad de su esposa y pidió a los detectives conquistarla.
Vea Las aventuras de los cazainfieles