Sus aliados señalan este culto al silencio como un gran atributo, un signo inequívoco de sabiduría política. Los viejos militantes del PRD se emocionan ante cada una de sus pausas y ven en ellas la fibra de su padre, que acostumbraba a esconder sus cartas hasta el momento decisivo. Incluso, hay quienes juran que la vieja definición que el nobel Gabriel García Márquez hizo de Omar, “mezcla de mula y tigre”, también serviría para describir a Martín.
Sus opositores, en cambio, dudan de que sea para tanto. Y hasta les gusta agregar, entre risas, “aunque Martín tiene un porcentaje mayor de mula”. Para ellos, el valor de sus silencios tiene menos que ver con una hábil estrategia que con una especie de cansancio crónico que se manifiesta cada vez que las circunstancias lo empujan a la acción.
Lo cierto es que en pocos días Martín Torrijos asumirá el poder del Estado y nadie sabe con certeza qué virtudes resultaron definitivas para convertirlo en Presidente de Panamá, y mucho menos, cuál será la piedra angular de su gestión. Porque después de todo, ¿de qué hablamos cuando hablamos de Martín? ¿Es una cáscara vacía? ¿Está preso del PRD, de sus amigos, de su esposa? ¿O es el líder que inesperadamente se revelará como un estadista?
La construcción de un Presidente
Si uno confiara en lo que dejan saber los allegados de su entorno, Martín sería algo así como un Jesús posmoderno y panameño que ha nacido para salvar la Nación. El coctel que lo vuelve una figura épica tiene, sobre todo, tres ingredientes.
1.– Ser Torrijos. “Te visualizo recorriendo los mismos senderos que recorrí en mi vida”, dijo su padre en una frase que se repitió incesantemente durante toda la campaña. De esta forma, Martín no solo es Torrijos, sino que es el Torrijos elegido, el heredero.
2.– Ser la renovación. Martín es presentado como un político de estos tiempos. Un hombre que ha luchado sin descanso para construir un PRD más democrático. Un hijo del nuevo Panamá para quien las disputas del pasado ya son historia.
3.– Ser transparente. Cómo Martín llegó a Panamá de la mano de la democracia, nadie puede señalarle un pasado oscuro ni tampoco que haya salido enriquecido luego de su fugaz paso por la administración pública. Y en un momento en que la percepción general supone que el Estado está corrompido en todos sus niveles, ha logrado hacer de la transparencia su bandera política.
A pesar de esta figura tan sospechosamente perfecta que sus amigos intentan instalar hoy, hace apenas seis años, Martín solo era un joven de apellido simbólico y cara redonda, con cabello abundante y un puesto de vice ministro de Gobierno y Justicia que para muchos le quedaba holgado.
Si bien es cierto que se convirtió en candidato por obra, y no tanta gracia del “Toro” Pérez Balladares, –que luego de perder el referéndum necesitaba un delfín y lo eligió a él, a quien intuía mucho más permeable de lo que finalmente resultó– Torrijos ha sabido capitalizar casi todas las oportunidades que se le han presentado. De ser un candidato livianito en el 99, hoy se ha convertido en un presidente indiscutido. Pues bien, tanto trabajo no lo ha hecho solo.
Muchos aseguran que fue su esposa, Vivian, quien acercó las ideas clave que abrieron, desde el marketing y la publicidad, los caminos hacia el triunfo político. Fue ella quien inventó la “M” que muchos panameños aún llevan pegada en sus autos y también habría sido la que delineó la estrategia conceptual: “vender” Torrijos hacia el interior del partido y la “M” hacia el resto de la sociedad. Sin embargo, con todo, en el año 99 no lograron vencer a Mireya.
La evaluación que hizo Martín de la derrota lo llevó a una conclusión definitiva: para llegar a Presidente necesitaba dominar el partido. Las disidencias internas terminaron obligándolo a correr la carrera presidencial esquivando las cáscaras de guineo.
Para graficar la situación de ruptura que reinaba en esos días, un ex dirigente del PRD recuerda una anécdota. “Una noche, en plena campaña del 99, nos enteramos que habían pegado carteles de Martín por toda la ciudad, sin siquiera poner el símbolo del partido. Tuvimos que armar un escuadrón de emergencia para que le pegaran calcomanías del PRD a las vallas. Ellos no querían utilizar el 11 [de octubre, símbolo de la revolución que encabezó su propio padre]”. Aunque parezca extraño, ni la vieja guardia tenía confianza en el hijo de Torrijos ni él en el partido de su padre. Vaya a saber uno qué hubiera dicho Omar.
Por eso Martín, consciente del tiempo histórico en el que le tocaba actuar, comenzó a seducir a las nuevas generaciones del partido. De hecho ya había ocupado la secretaría de la juventud. A fuerza de repetir las virtudes del candidato durante la campaña y pasarse días enteros luchando por su postulación, los jóvenes terminaron convencidos de que Martín era el hombre que la historia le devolvía al PRD, el responsable de recuperar la mística perdida.
Para evitar que la derrota acabara con su carrera política, la noche misma de las elecciones, el joven Torrijos decidió ir por todo. “Quiero la Secretaría General del PRD”. ¿Cómo hizo Martín para conseguirla? “Su capacidad de liderazgo interno está vinculada a los sentimientos que su padre despierta en el partido”, explica uno de sus ministros. Para lograr ese dominio interno, Martín se apoyó en algunos de los dirigentes históricos que, viendo crecer la nueva ola, asumieron que la renovación era inevitable. Varios de ellos ocuparán cargos importantes en su gobierno.
La teoría de los aros olímpicos
Supongamos que a usted le ofrecieran dirigir una empresa o un equipo de béisbol. ¿A quién llamaría para que lo ayude? Claro, a su gente de confianza. Eso mismo fue lo que hizo Martín cuando decidió ingresar al mundo político. Desde los primeros días, comenzó a aparecer en escena ese grupo de hombres, casi desconocidos, a los que muchos llamaron el “círculo íntimo”, una especie de gabinete doméstico al que Martín consultaría antes de tomar cualquier decisión.
Sin embargo, como ya se dijo, en la campaña del 99, Torrijos había descansado “demasiado” sobre este grupo y eso le quitó cierto apoyo del PRD.
Por eso, durante esta segunda campaña, decidió ampliar su arco de acompañantes, formando otros grupos que, cómo los aros olímpicos, tienen contacto entre sí aunque están claramente diferenciados:
‘Los Fren’
Cuando se le pregunta a los que dicen conocerlo mejor cuáles son las personas que más influyen sobre sus decisiones, las respuestas son dispares: “Sobre todo Ubaldino Real”, dicen unos, refiriéndose al compañero de Martín en la Universidad Texas A&M, padrino de Nicolás, su hijo menor, y además quien ocupó un puesto clave en las dos campañas: recaudador de fondos.
La amistad es tan profunda que Real abandonó un puesto en IBM en Nueva York para acompañar a su compadre en la aventura política. La apuesta tuvo su premio: el Ministerio de la Presidencia.
“Sí, Ubaldino sí, pero no te olvides de Dani Kuzniecky, que conoce a Martín de ‘pelaíto’”, señala un funcionario que trabajará en el Palacio de las Garzas. Kuzniecky, –¿futuro contalor?– fue compañero de Martín en el Instituto Pedagógico antes de que Torrijos viajara a la St John’s Military Academy. A su regreso, la amistad resurgió.
Marco Fernández, hermano de Vivian, es uno de los economistas panameños más prestigiosos y asesor de Martín. Aunque Marco prefiere mostrarse cómo un outsider que sólo aconseja a su cuñado cuando este se lo pide.
Jorge Sánchez –vocero de Martín y también su compañero en el Pedagógico–, Javier Martínez Acha y Samuel Lewis Navarro también formarían parte de este gabinete doméstico.
Martínez Acha –compañero de cuarto de Martín en la Universidad– es padrino de su hija, Daniella, y además, su padre, Ramón, era amigo personal de Omar, quien solía visitar su restaurante, la Casa del Marisco.
Lewis Navarro es hijo de Gabriel Lewis Galindo, uno de los más cercanos colaboradores de Torrijos padre. Es más, Samuel y Martín asistieron juntos a la firma de los Tratados Torrijos-Carter. Por eso, estos dos hombres representarían, junto a Martín, la continuación –al menos genética– de los paradigmas torrijistas.
Los reciclados
Balbina Herrera, la mujer fuerte de San Miguelito –a la que antes llamaban la “Chola” por sus formas poco estilizadas– ha realizado grandes progresos. No solo bajó de peso y afinó sus facciones, sino que también ha sabido proyectarse a la sociedad con una imagen más amigable, sin perder contenido.
Balbina fue alcaldesa entre el 84 y el 89, los últimos años del noriegato, y con el tiempo se ha convertido en un cuadro leal de Torrijos. Ella fue uno de los grandes apoyos que Martín utilizó en la dura tarea de disciplinar al PRD. Es más, Torrijos la conquistó como un galán de cine. En el 98, la llamó por teléfono a México y le pidió que lo apoyara en su candidatura interna. Luego, la fue a recibir al aeropuerto de Tocumen y, a partir de allí, Balbina no tuvo ojos para otro.
¿Cómo, una mujer con tanta experiencia política, accedió a trabajar para un joven inexperto? “En ese momento pensé en su padre, apoyar a su hijo fue una manera de retribuirle a Omar Torrijos todo lo que hizo por Panamá”, responde la flamante Ministra de Vivienda, aunque otros señalan que su amor por Torrijos nació de un despecho político, tras sus desencuentros con el ‘Toro’.
El caso del hombre designado para ocupar el Ministerio de Educación, Juan Bosco Bernal, tiene algo de parecido. Se fueron conociendo de a poco, a medida que discutían la estrategia que Martín quería llevar adelante en esta cartera. Bosco es otra ficha histórica del PRD. Ocupó este mismo cargo durante los últimos años del noriegato.
Héctor Alemán, futuro Ministro de Gobierno y Justicia, también se ubica en este aro. Viejo militante de izquierda y dirigente de los trabajadores del Estado, Alemán fue director del IFARHU –Instituto para la Formación y el Aprovechamiento de los Recursos Humanos– durante la administración de Pérez Balladares y, al igual que Balbina, uno de los hombres que luchó por la renovación generacional del PRD impulsada por Martín.
Es más, subió al Comité Nacional del partido los mismos días en que Martín logró la Secretaría General. En la última campaña era candidato a legislador, pero cuando explotaron los escándalos sobre Hugo Torrijos –por entonces jefe de campaña– Alemán salió a apagar el incendio y se ocupó del cargo.
‘La Patria vieja’
El tercer aro está formado por algunos de los que antes de sumarse a su círculo eran denominados como los “dinosaurios”, viejos dirigentes a los que Martín poco a poco comenzó a dar espacio y que ahora escucha en temas específicos.
Jorge Eduardo Ritter, ex canciller, y Efebo Díaz son dos de los más encumbrados en este grupo. Ritter es el gran consejero de Martín en política exterior, mientras que Díaz se ocuparía de los asuntos nacionales, para orientar al Presidente en tiempos de crisis o conmoción interna. Adolfo Ahumada, viejo consejero de su padre, también sería una presencia fuerte, hombre señalado para responder la gran incógnita: “¿Qué haría mi papá en este momento?”
El líder impensado
Hay una decisión que pinta a Martín de cuerpo entero: jamás le pidió la mano a su esposa. Un día, simplemente, durante un paseo, la miró a los ojos y le dijo. “Tú sabes que nosotros nos vamos a casar y a tener hijos”. Vivian se sorprendió un poco y luego le contestó: “sí, claro”. Es decir, parecería que en su mundo las circunstancias, por sí solas, casi por inercia, producen los acontecimientos. Sin embargo, ya se sabe, el arte de la política consiste, en gran parte, en saber construir las coyunturas. O, al menos, en tener capacidad de aprovecharlas.
¿Cómo hace Martín para aceitar el funcionamiento entre los diferentes aros? Es tan celoso en el manejo de la información que sus hombres, muchas veces, no logran descifrar cuáles son las ideas que rondan su mente.
Su método de conducción descansa sobre “un gran manejo individual de sus relaciones”, relata su amigo personal Pille González, dirigente de Chiriquí y padrino del segundo hijo de Torrijos, Martín Jr. Con esta forma silenciosa e individual de manejar a su gente, busca atomizar los grupos y, además, condenarlos a sus facetas técnicas. Así, sólo él tendría chance de contemplar el mapa general.
“El consulta muchísimo. Yo no sé si eso es tan bueno, pero él lo hace”, se suma al debate su esposa, Vivian, una mujer de carácter, que muchos auguran cambiará el perfil decorativo que han tenido las primeras damas que la antecedieron. “Y muchas veces Martín toma decisiones que nadie espera. El decide en soledad. El se guarda muchas cosas”, asegura.
“Para que quede claro: Martín jamás discutió nombres de los ministrables, discutió perfiles para cada puesto”, explica un dirigente del primer aro.
Que nadie sepa los resultados no significa que las decisiones no estén tomadas. El secreto alrededor de los nombres de los ministros y la lentitud con la que fueron hechos los anuncios también delinean un tipo de estrategia. Martín no quería desgastar a su gabinete, aunque algunos de los nombres estaban decididos desde hacía tiempo. “Pocos días después de las elecciones, Martín me comunicó que yo iba a ser ministra”, explica Balbina Herrera. Ya se dijo: Torrijos se siente cómodo administrando sus silencios.
También hay algo que todos juran y parece ser este otro aspecto fundamental también hereditario de la personalidad del presidente: Torrijos es sumamente desconfiado.
Decir que sus hombres le temen sería una exageración, aunque los entrevistados se esfuerzan –sin disimulo– por ponderar sus virtudes. “Tiene una gran visión y un profundo conocimiento de los problemas del país. Es un hombre de consensos, él escucha mucho porque no se quiere equivocar”, repiten varios en declaraciones que, de a ratos, parecen guionadas, dada la similitud de los términos.
El tiempo se ocupará de explicar si estas palabras revelan el espíritu del presidente o si tienen más que ver con la naturaleza del PRD, que como dice un viejo dirigente de la oposición: “tiene la facilidad de encolumnarse tras su líder, sin importar muy bien cuáles sean sus virtudes”. Un dirigente juvenil del PRD explica esta característica de forma más pragmática: “Al que no le guste, que se pinte una sonrisa”.
El lugar donde Martín Torrijos toma decisiones está en su propia casa. Es una oficina –no muy amplia– que tiene ventanales hacia los bosques de Ancón. Los árboles siempre tienen comida para los pájaros, pero cuando Torrijos mira hacia allí, sobre todo, busca ver los monos que a veces merodean.
Cuando alguna idea se le vuelve complicada, cambia el escritorio por un sillón color crema. Y, si hace calor, directamente se acuesta en la hamaca que cuelga de la puerta que da hacia el jardín. Fue en este espacio, con la selva a un costado, donde trazó las ideas principales con las que en pocos días intentará cambiarle el rostro a Panamá. Pero, ¿Cuánto hay de cierto en esto de la Patria Nueva?
Lo que viene
“En principio, puedo decir que de los 12 ministros, siete han ocupados cargos similares con Noriega o con el ‘Toro’.... Eso me hace dudar un poco sobre la renovación...”, dice, mirando entre cejas, José Miguel Alemán, el ex candidato presidencial oficialista. “Pero ahora es tiempo de dejarlo trabajar”, sugiere, algo más conciliador que sus copartidarios, para quienes la Patria Nueva, dado los nombramientos, es tan solo un bluf de la campaña.
“Martín sacrificó las aspiraciones de algunos de los que conforman su círculo íntimo para fortalecer la relación con su partido”, explica el ex dirigente del PRD Francisco Sánchez Cárdenas, opositor interno que ahora –encolumnado– dice remar en la misma dirección.
Camilo Alleyne –el ministro designado de Salud– no sufrió esa suerte, aunque no faltan quienes lo objetan. Sus opositores sostienen que jamás trabajó en la salud pública, que tiene intereses en hospitales privados –algo que podría interferir en sus decisiones– y hasta se animan, en voz baja, a relacionar su designación con los abultados aportes que el doctor habría hecho a la campaña.
Los círculos torrijistas niegan todo y, para dejar en claro que Martín no acepta presiones, responden con una anécdota confirmada por tres fuentes distintas: dicen que una persona cercana a Martín habría querido presionarlo para obtener un puesto en el gobierno como contrapartida de sus aportes de campaña. Como en pocas oportunidades, Martín habría perdido la calma. “¿Cuánto pusiste?... ¿Sí?... Pues háganle un cheque”, habría sido su respuesta.
“La Patria Nueva se construye. Nadie puede decir que los hombres y mujeres que ocupan el gabinete no tengan las aptitudes necesarias. Martín está aburrido de los gobiernos improvisados. Para realizar la Patria Nueva se necesita gente que sepa hacerla”, explica Vivian, que asegura que uno de los primeros mensajes que Martín ha enviado a la sociedad en cuanto al manejo cristalino, ha sido la designación de Rubén Arosemena en la Autoridad Marítima, un puesto clave por los altos ingresos que le aporta al Estado.
“Martín nunca te va a decir lo que significan sus decisiones, él ejecuta. Pero se ve claramente que esa designación es una apuesta por la transparencia, por cambiar la forma de administrar el país”, insiste su mujer, que dicen que estará radiante el día de la asunción.
“El no puede escapar a su realidad de gobierno. Sería inocente pensar que un presidente puede gobernar sin el apoyo de su partido”, analiza Teresita de Arias, esposa de Ricardo Arias Calderón, fundador del Partido Popular, aliado del PRD.
“El gabinete está muy bien balanceado y el Presidente podrá enfocarse en realizar una buena administración. Martín está pensando en eso”, culmina la señora.
Habrá que ver cómo hace Torrijos para mantener el orden cuando la dinámica de la gestión comience a poner en movimiento los aros. Sólo entonces podrá saberse si el silencio que hoy se celebra, es un signo de sabiduría o, en realidad, es otra cosa.