lises Vargas todavía recuerda cuando elaboraba sus primeros dulces caseros sobre un fogón artesanal. En aquel entonces todo era diferente y había poca competencia en este mundo acaramelado.
Han pasado 25 años y junto a su familia, Vargas, de 63 años, ha creado una de las microempresas más exitosas de la provincia de Chiriquí. Su pequeña industria fue bautizada como "Dulces Alina" y antes de colocar su letrero promocional frente a su local principal en Bambito, ya tenía clientes interesados en probar sus fresas split o sus moras con natilla y crema.
Vargas comenzó a procesar las pulpas de varias frutas, entre ellas zarzamoras, fresas y piñas, y a pesar de conocimientos limitados en el campo, su ambición por crecer lo llevó a especializarse. Regresó a las aulas de clase en la Universidad de San Pedro de Costa Rica para zambullirse en el mundo del procesamiento de frutas.
Con un diploma bajo el brazo llegó a su empresa con nuevas ideas; remodeló su local y adquirió más equipos. La calidad de sus productos ganó fama y logró cerrar negocios con Agroindustrial Rey, que suple a las cafeterías de los supermercados con concentrados de frutas. También surte todas las cafeterías del Super 99 y otros restaurantes en la ciudad capital.
Inventor de dulces
"Dulces Alina" es un negocio realmente familiar. Vargas organizó la estructura del negocio y su esposa Ludovina, la socia principal, se encargó de atender a los clientes que llegaban al local y los productos que allí se comercializan. Vargas se encargó de la parte industrial de la compañía y de crear nuevos productos.
"Soy un inventor de dulces, y ya estoy produciendo huevitos de leche con sabor a chocolates y almendras", dice Vargas.
En la planta de producción trabajan cuatro personas y la fábrica produce 60 variedades de dulces y procesados de frutas. La empresa demanda productos tropicales como maracuyá, papayas y piñas de una tropa de proveedores que trabajan en los poblados rurales de la provincia de Chiriquí.
Pero no todo ha sido dulce como la miel para este chiricano, oriundo de Volcán. Hace algunos meses lanzó un nuevo producto llamado "Pulpita", algo así como concentrados de frutas sin azúcar, que se vendían en pequeños envases plásticos en diferentes comercios del país.
"Nos faltó mercadeo y el producto no se vendió como se esperaba", comentó Vargas. "Casi nos lleva a la quiebra".
Tras ajustar sus costos de operación e intensificar las ventas a pequeños comercios, lograron salir a flote y superar la crisis empresarial.
La experiencia le enseñó a caminar un poco más despacio aunque no necesariamente con menos intuición: hace cuatro meses abrió su segundo local en Boquete, aprovechando la explosión turística que ha tenido ese poblado.

