Como madre, extrañaré a Wendy y sus buenos consejos; echaré de menos sus tips prácticos, sobre todo en lo referente a la educación de nuestros hijos.
Yo soy madre de cinco criaturas, todas menores de cinco años.
Soy ávida lectora, siempre en la búsqueda de cómo hacer que mis hijos sean buenas personitas, cómo educarlos de la forma correcta. Y en Panamá, poco he encontrado sobre el tema.
Por eso, y luego de muchas consultas, decidimos crear esta columna que publicará todos los martes, no en remplazo de "Edutips", pero sí para llenar ese vacío que nos está dejando Wendy.
Me encantaría que sea interactiva, que padres, madres, abuelos y tíos compartan sus anécdotas, sus alegrías, sus problemas y hasta sus dudas.
En esta primera edición, hablo sobre el juguete favorito de mis hijos.
Y es que para su primer cumpleaños, las amigas de mi madre le preguntaron qué regalarle a mis niños. Su respuesta: "lo que sea, si al fin y al cabo les gustan más las cajas" (yo le decía que dijera que Pampers, pero bueno).
Al principio su respuesta me molestaba, hasta que me di cuenta de que más sabe el diablo por viejo que por diablo (sin ofensas, mami) y, efectivamente, el regalo favorito que mis hijos recibieron para su cumpleaños fueron… las cajetas.
No importó juguete colorido o ropa de moda, mis hijos se obsesionaron con las cajas. Hasta mi hijo mayor, Francisco, de entonces cuatro años, jugó por dos días con un cajetón —donde venía un carro de lo más "pifioso" que nadie volteó a ver—. Francisco hizo de la caja su refugio; allí se metía para jugar a los Power Rangers (con la caja se transformaba en Megazord); con ella se convertía en monstruo para asustar a los hermanos, y a las finales fue simplemente "el lugar" donde jugar al campamento. Con esta se sivirtió una semana, hasta que el cartón no resistió más.
El tiempo de vida de las cajas que cayeron en manos de los más chicos no fue tanto; si alguna duró 12 horas fue mucho. Sin embargo, la fascinación fue total.
Peter se dedicó a romperlas; para él, lo divertido fue ver cómo el cartón cedía y quedaba hecho polvo. Diego y Jack las aplastaban y arrastraban y ¡ay que alguien se las quitara! Gretel decidió hacer de Spider Man y treparse sobre ellas; las más pequeñas se las ponía encima, ya sea de sombrero, pulsera o hasta de zapato.
¿Qué les gusta a los niños de las cajas? No lo sé. Lo que sí aprendí es que para los regalos de cumpleaños de los bebés no me vuelvo a estresar; con unas buenas cajas sé que haré felices a los cumpleañeros.