Se puede ser médico y, también, periodista. En estas dos facetas se desenvuelve el colombiano Carlos Francisco Fernández, actual especialista del Hospital Universitario San Ignacio, y asesor médico de la Casa Editorial El Tiempo, de Bogotá, Colombia.
Para este doctor —especialista en medicina física y rehabilitación, y subespecialista en neurofisiología clínica y neurofisiología del dolor—, su tarea dedicada al diagnóstico y tratamiento de la salud va de la mano con su oficio de la comunicación en términos médicos y de bienestar. Lo explica así: “básicamente, los médicos somos comunicadores, ¡qué curioso!, y esencialmente hace ya más de una década, quizás, 15 años o un poco más, nos dimos cuenta de que había un divorcio entre esa comunicación que hacemos los medios y la comunicación en general”.
Este autor de varios libros sobre salud agregó que, motivado por una vocación personal de querer escribir, terminó“usurpando” inicialmente la tarea de los periodistas, al punto que decidió“encontrar una fusión entre dos cosas: la primera, que no es suficiente ser periodista para comunicar salud, y la otra cosa es que tampoco se necesita ser médico para comunicar salud. Creo que las herramientas de los periodistas, definitivamente son muy valiosas y necesarias por encima de todo, imperantes a la hora de comunicar, y el conocimiento del médico, también”.
El doctor Fernández estuvo recientemente en Panamá por invitación de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, para presentar el taller “Cómo cubrir el acceso a la salud en América Latina”, y brindó una entrevista en exclusiva a este medio. En la misma, este neurofisiólogo brindó detalles sobre el rol de la salud mental, así como avances y desafíos existentes en materia de salud pública.
Usted es neurofisiólogo. ¿Qué es lo que más disfruta de esta rama de la medicina?
Básicamente, que con ella uno la parte de la función neuronal con la parte de rehabilitación. Entonces, creo que entender cómo funciona el sistema nervioso, y comprender cómo se rehabilita desde el plano médico. Me parece que es una buena tarea. La rehabilitación neurológica y el manejo del dolor, desde el punto de vista neurofuncional, son dos áreas que afortunadamente me dan mucha satisfacción en el plano médico.
Desde su perspectiva como neurofisiólogo, ¿de qué manera considera que es crucial que se continúen los estudios del cerebro?
Yo creo que cada vez conocemos más del cerebro, y obviamente ese componente de conocimiento nos ha llevado también a entendernos como individuos. Hay que darle tiempo al tiempo, cada vez encontramos más herramientas. Yo no creo en eso que dicen de que ‘la gente solo utiliza el 10% de su cerebro’, ¡no! Lo que pasa es que conocemos muy poco de esa gran capacidad que tenemos, desde el plano funcional. Y en la medida en que lo vamos conociendo, nos vamos afianzando más como individuos.
Sin salud mental no hay salud integral. Hace poco la Organización Mundial de la Salud lanzó su campaña ‘Let’s talk about depression’, porque el número de personas viviendo con depresión ha aumentado más del 18% entre 2005 a 2015, según un nuevo informe de la organización. ¿en qué radica la importancia de que la población esté consciente de los síntomas de la depresión?
La gente no puede seguir entendiendo que la depresión es “un quiebre de la voluntad”. Hoy en día, en un mundo en que todos los patrones se orientan a que seamos felices, estar deprimido es un estigma, y ese estigma definitivamente hace que la gente sufra en silencio una epidemia mundial que es invisible, y que definitivamente hace que no tengamos la posibilidad de consultar, porque un mundo como el de hoy “no permite que la gente esté deprimida”.
Ese estigma es el principal obstáculo. Tenemos derecho a estar aburridos, a tener altibajos desde el punto de vista del comportamiento, porque no se trata de [una cuestión de] “actitud”, no se trata siempre de estar felices.
Yo creo que definitivamente sí hay unos elementos que deben remontarse a ese estigma para que la depresión se consulte a tiempo y se trate, porque definitivamente ese problema es grave, y sin duda, es la principal causa de discapacidad en el mundo, y obviamente, tiende a ser también una de las principales causas de muerte, principalmente en ancianos y en niños.
Hoy en día, la expectativa de vida es mucho mayor gracias a los avances agigantados que se han dado desde el advenimiento de la penicilina hasta gozar, a la fecha, de una novedosa tendencia farmacológica llamada ‘medicina personalizadada’. En este sentido, ¿qué avances dados en materia de salud usted aplaudiría que han permitido que vivamos más y mejor?
Hay varias cosas. Los aportes de salud a ese bienestar que han prolongado la vida han sido apenas una parte de eso, porque también hay otras condiciones que están dadas en unos componentes desde el plano epigenético; ello quiere decir que los individuos tenemos cada vez más resistencias a las enfermedades. En algún momento las vacunas nos han permitido también modular la expresión de algunos genes, y sin duda, podríamos decir que ha habido una evolución per se de la raza humana, desde ese sentido.
Desde el plano social, se aporta que se cuenta con una mejor nutrición, mejor conocimiento del cuerpo, la mejor prevención naturalmente desde el papel de algunos componentes, como el agua potable, el aire puro y otras cosas. Y obviamente ello también tiene que ver con la posibilidad de atender enfermedades. Yo creo que es la mezcla de tres cosas.
Desde el plano colectivo, el principal avance que nos permite hoy tener una mayor expectativa de vida, es el entender que la salud no es solamente atender la enfermedad, sino privilegiar todos los componentes que influyen en la calidad de vida y en el bienestar.
Entonces, yo creo que es la mezcla: el entendimiento de la salud como un todo que integra desde el plano trasectorial, obviamente, a todos los componentes de la comunidad y demás.
En su conferencia, mencionó que el 95% de la información sobre salud que se encuentra en la red es inexacta. A su juicio, ¿de qué manera esto puede incidir en la vida del lector común que consume información sin evidencia científica?
Hay dos cosas importantes. La primera es que aprovechando justamente esta necesidad que tenemos de informarnos —porque la salud es patrimonio de todos—, uno, como persona, se siente en la necesidad de relacionarse con algo, y los medios, pues, definitivamente aprovechan estas necesidades.
También, a la par, creo que todos nos sentimos con la obligación como persona de dar consejos [en materia de salud]; obviamente, cuando esto se convierte de manera masiva, hoy en día con la difusión en las redes (...) Sin duda, esto se convierte en un filón muy importante, un filón que lamentablemente no siempre está sujeto al rigor. Lo importante es que se comunique salud. Estamos en la tarea de que esa información sea de calidad.
¿Qué disfruta más de hacer periodismo de salud?
Hay dos cosas que son importantísimas para mí. La primera es el rigor al informar, desde el plano funcional, en lo que hace referencia a la salud, enfermedades, bienestar y demás. La otra, muy importante, es un compromiso que tengo con la gente desde el plano social, frente a las políticas de salud, derechos y demás.
Pero hay una cosa muy importante también: yo creo que lo más satisfactorio de este trabajo es entender que estoy trabajando en un área que impacta a todo el mundo, y que esencialmente a partir de entender esto como un ejercicio, también aprendo yo, día a día. Creo que lo que más disfruto, sin duda, es eso.