En muchas enfermedades, las proteínas tienen un rol clave. El alzhéimer, por ejemplo, está asociado a una agregación de proteínas en el cerebro. En el mal de Parkinson interviene la alfa-sinucleína, y en la enfermedad de Huntington está asociada la proteína huntingtina. De igual manera ocurre en el cáncer con proteínas oncogénicas.
En 2004, el Dr. Aarón Ciechanover, junto al Dr. Avram Hershko y el Dr. Irwin A. Rose, fueron reconocidos con el premio Nobel de Química, por descubrir un mecanismo mediante el cual el organismo degrada proteínas que han perdido su función o que son nocivas para la salud. Se trata de un sistema de “control de calidad” regulado por la proteína ubiquitina.
Este hallazgo surgió de la curiosidad y una pregunta biológica: “¿cómo se destruyen las proteínas en el cuerpo de manera específica?”, dice el Dr. Ciechanover. “¿Por qué algunas proteínas necesitamos removerlas inmediatamente para evitar enfermedades y otras pueden permanecer en el cuerpo por largo tiempo?”.
“Nos interesó un mecanismo específico que remueve proteínas que no necesitamos más. Armamos un sistema donde hicimos que la proteína mutara, cambiamos la estructura, seguimos la remoción y descubrimos un sistema interesante. Esto nos tomó como 10 años. Más adelante se descubrió que si ese sistema no trabaja apropiadamente, podemos contraer muchas enfermedades”. Este sistema, menciona, es ubicuo. En todos los organismos hay proteínas que sufren daños por el sol, el calor, etc. y necesitan ser removidas. Incluso antes de nacer, en el esperma y el óvulo, el sistema ya existe. Pero a medida que envejecemos funciona menos. Casi todas las enfermedades para las cuales las farmacéuticas están creando nuevas medicinas afectan más a personas de 50 años en adelante. En parte, porque la edad está asociada al compromiso de varios sistemas, como el inmunológico y la remoción de proteínas; en general, con el control de calidad, expresa el Nobel.
El hallazgo de Ciechanover y sus colegas condujo al desarrollo de drogas que han ayudado a millones de personas, por ejemplo, para el tratamiento del mieloma múltiple, un tipo de cáncer de la sangre.
Ciechanover explica que para el cáncer hay dos grupos de drogas, los inhibidores de proteosoma y los que vienen de la talidomida, un medicamento originalmente creado para tratar las náuseas en mujeres embarazadas, pero que fue abandonado por décadas debido a que causaba muchos defectos congénitos graves. Luego se encontró que era “bueno” para tratar el linfoma. Así surgió la lenalidomida. Este tipo de fármacos “marca” las proteínas oncogénicas para degradarlas.
Para el Nobel, el cáncer es una enfermedad con estigma. “Hay unos 600 diferentes tipos de cáncer, unos más complejos que otros”. En la batalla contra el cáncer, la primera línea de responsabilidad es la gente, que debe estar educada para prevenir y tener un diagnóstico temprano. La segunda es la clínica. Las asociaciones de pacientes, oenegés, deben generar interés en las autoridades de salud y los gobiernos. Y la tercera es la ciencia. “Hay que invertir en investigación y desarrollo”.
A futuro, Ciechanover ve con optimismo el abordaje desde la biología molecular para diagnósticos e identificación de mecanismos detrás del cáncer. Se podrá tratar el cáncer apuntando a las mutaciones u oncogenes, sin importar que el cáncer sea de piel, próstata o de otro tipo. Es decir, crear drogas no contra el cáncer en un órgano, sino para la mutación. “Esa es una gran revolución”.
“Hace años pude haberme retirado, pero sigo trabajando, tengo un laboratorio con 25 personas, enseño, me involucro en actividades y viajo. Como humano y ciudadano del mundo, me preocupan los asuntos morales como la inequidad en el cuidado de la salud”.
Ahora está trabajando en el cáncer y la enfermedad de Hungtinton. “Tratamos de trabajar con modelos sencillos y hacer deducciones sobre mecanismos de otras enfermedades complejas”.
“La gente me pregunta cuál es mi trabajo. Y yo contesto que nunca he tenido uno porque este es mi hobby. Soy médico cirujano. Pasé muchos años en el salón de operaciones, pero quedé involucrado en problemas de investigación relacionados con la medicina. Como médico, ayudas a un paciente, luego a otro y otro... uno por uno. Pero como científico, lo que hago impulsa el desarrollo de drogas por parte de las compañías y así uno puede impactar la vida de millones de personas”.