Un proyecto piloto con un biodigestor que transforma los residuos del nopal en energía, funciona en un mercado de nopal en Milpa Alta, al sur de ciudad de México.
Desde el amanecer, campesinos trabajan entre las hileras de pencas de nopal que se dibujan en las faldas del volcán extinto Teuhtli, haciendo de Milpa Alta uno de los mayores productores de nopal en México, con 200 mil toneladas anuales, de las más de 812 mil que produce el país.
Un cactus, cuyo interior es una pulpa babosa, es la base de numerosos manjares en la gastronomía mexicana y también se usa para medicinas. Pero antes de ser consumido, el nopal debe ser despojado de su cáscara más gruesa y sus afiladas púas. Así, entre canastos y cubetas donde se apilan las espinosas raquetas, el bullicioso bazar de Milpa Alta empieza su actividad cada madrugada con cientos de personas limpiando, picando y empacando la verdura, generando diariamente hasta 10 toneladas de residuos orgánicos.
La empresa Suema pensó en transformar esos residuos a través de un biodigestor, instalado en la misma fuente donde se producen.
Los residuos se trituran y se mezclan con bacterias, y tras una digestión anaerobia a 55°C, sale un lodo que se puede usar como mejorador de suelos y el biogás, que se convierte en energía eléctrica.

