Larry Rohter BUENOS AIRES, Argentina.- Cuando Eduardo Duhalde llegó a la Presidencia del país a principios de este mes y puso fin a una política mantenida durante una década de atar el peso al valor del dólar, no fue sólo el modelo económico lo que cambió. La política exterior también está siendo reformulada, y se caracteriza por un distanciamiento perceptible respecto de Estados Unidos.
Esta reorientación va mucho más allá de los cambios cosméticos y retóricos que son de esperarse cada vez que un nuevo gobierno llega al poder, dice Carlos Escude, autor de varios libros acerca de la política exterior de Argentina y ex asesor gubernamental. El tono de los intercambios bilaterales ha sido relativamente diplomático hasta la fecha, pero el gobierno de Duhalde podría estarse encaminando hacia un enfrentamiento importante con la administración Bush.
Incluso desde antes que el presidente Carlos Saúl Menem, un peronista, atara el peso al dólar en abril de 1991, Argentina se había convertido en el aliado latinoamericano más firme de Estados Unidos. En una frase que se hizo famosa pero horrorizó a muchos dentro del movimiento peronista, tradicionalmente antiestadounidense, el ministro de Relaciones Exteriores de Menem, Guido de Tella, inicialmente describió esos vínculos como relaciones carnales, aunque posteriormente el término alineación automática se convirtió en la descripción preferida por el gobierno.
Cualquiera que fuera su nombre, esa política hizo de Argentina el único país de América Latina que tomó parte en la Guerra del Golfo y que votó consistentemente con Estados Unidos en asuntos como las violaciones a los derechos humanos en Cuba.
Pero el nuevo gobierno argentino ha reaccionado con irritación ante la aparente indiferencia y falta de ayuda de la administración Bush durante la crisis actual, a medida que el país sudamericano se ha visto enfrentado desde hace cuatro años con una profunda recesión, la bancarrota, su imposibilidad para cumplir con sus pagos sobre la deuda externa y una devaluación del peso que oficialmente es de 40%. Declaraciones recientes del gobierno han dejado en claro que la era de las relaciones carnales con Estados Unidos ha terminado.
No veo por qué no podemos ser polígamos en asuntos de política y comercio exterior, fue como describió el ministro de Relaciones Exteriores argentino, Carlos Ruckhauf, en comentarios recientes hechos a la prensa. Argentina ahora da una alta prioridad especial a mejorar sus relaciones con la Unión Europea y Brasil, dijo.
De hecho, ya en la actualidad el nuevo gobierno ha empezado a disparar sus cañones contra el Fondo Monetario Internacional, que desde hace mucho tiempo siempre ha sido visto en Argentina como una extensión del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
Después de que los funcionarios del FMI declararon que no pensaban que un nuevo tipo de cambio dual era viable, y que estaban esperando que el equipo económico de Duhalde presentara un plan económico coherente, el viceministro de Economía, Jorge Todesca, dijo: Deberían hablar menos si no tienen nada interesante que decir.
La mayoría de los analistas de este país afirman que aun si se enfrían las relaciones entre Argentina y Estados Unidos, es muy poco probable que ocurra una retorno a la hostilidad que prevaleció tanto durante el gobierno del general Juan Perón como durante el periodo de la dictadura militar que ocupó su lugar después de su muerte.
Estados unidos y Argentina tuvieron una conflictiva relación durante 50 años antes de Menem, dice Jorge Campbell, un ex viceministro de Relaciones Exteriores de Argentina, pero la política de Menem y di Tella tenía como objetivo reforzar los vínculos con el resto del mundo, y esa apertura al exterior continúa ahora.
Otros, sin embargo, aseguran que un conflicto más profundo está siendo enmascarado por el momento, pero muy pronto tendrá que emerger. La incapacidad de Argentina de hacer sus pagos sobre su deuda pública de 141 millones de dólares y su violación general de contratos es un desafío a la gobernabilidad del capitalismo global, dice Escude, y sea que a Estados Unidos le agrade o no, tiene la principal responsabilidad en cuanto a hacer respetar las reglas del juego.
El principal beneficiario de cualquier reorientación de la política exterior argentina parece ser Brasil. En un tiempo un rival, Brasil actualmente se ha convertido en el primer aliado de Argentina y su socio principal en el seno del Mercosur, el grupo comercial iniciado hace 11 años en América del Sur.
Los brasileños tienen todas las razones del mundo para sentirse encantados, dice Escude. Argentina está evolucionando ahora hacia una relación en la que se convertirá en un nuevo Río Grande du Sul, el estado más sureño de Brasil.
Brasil ha respondido a esta situación con cordialidad, promesas de apoyo y demostraciones simbólicas de amistad.
Más concretamente, este cambio significa que Brasil ahora tiene otro aliado en su lucha contra lo que considera el proteccionismo estadounidense en el comercio exterior.
Los funcionarios estadounidenses se han quejado desde hace tiempo de lo que consideran el obstruccionismo brasileño en las negociaciones para crear un Area de Libre Comercio de las Américas.
El autor es periodista del New York Times New Service