Para el pintor Kasim Al-Sabti, el derrocamiento del dictador significa que miro a mis hijos y me llena de alegría saber que no serán soldados potenciales para campos de exterminio.
Los pensamientos salen a relucir en medio de un vaso de té negro y pequeñas tazas de café turco en la Galería Hewar, inaugurada en 1993 por Al-Sabti, que es ahora un lugar de reunión favorito de la comunidad artística y literaria de Bagdad.
Allí, escritores, actores, pintores y bailarines hablan sobre el horrible pasado de Irak y su cambiante futuro presente, sobre la felicidad de gozar de libertad artística y el dolor de permanecer bajo el dominio de la ocupación extranjera.
El desplome de uno de los regímenes más opresivos del mundo les da ahora plena libertad de expresión. Y muchos de ellos recuerdan la angustia de las celdas de prisión y las cámaras de tortura.
Después de una era de oro en la década de 1970, en la que Irak florecía al compás de los petrodólares, las artes quedaron cautivas por el patriotismo de la guerra con el vecino Irán.
Las autoridades obligaban a los artistas a pintar escenas de batalla, escribir poesías sobre el heroísmo de los soldados, y elaborar dramas basados en la lucha entre árabes y persas.
En la década de 1990 las cosas empeoraron, comenzando con la invasión de Kuwait por el ejército de Sadam, su derrota en la guerra del golfo Pérsico y 13 años de sanciones impuestas por las Naciones Unidas que llevaron a la pobreza a muchos iraquíes.
He aquí lo que Khalaf, el ciervo recién nacido escribía hace 10 años:
Oh, era del dolor, era de la muerte / Basta de matanzas. Son pocos los sobrevivientes. /La tierra que queda es tan poca que las tumbas se apilan unas sobre otras.
Khalaf afirma que el poema fue un tributo a las víctimas de las sanciones, un tema estimulado por el gobierno en su campaña para tratar de que las Naciones Unidas las levantasen.
Pero su verdadera intención, dijo, fue expresar su dolor por los millares, quizá decenas de millares de chiitas musulmanes asesinados por las tropas de Sadam como secuela de su revuelta frustrada de 1991.
Aunque a veces se siente afectado por la presencia de las tropas estadounidenses, el poeta no considera que la ocupación sea un problema.
Va a ser fácil, créame, deshacerse de los estadounidenses cuando llegue el momento, dijo. Pero queremos que permanezcan el tiempo suficiente para que podamos echar los cimientos de una sociedad libre.
Me siento lleno de esperanza, añadió Khalaf, que tiene 57 años y cuatro hijos.
Si bien el propio Sadam y sus principales asistentes eran admiradores de sus canciones, su resentimiento hacia el régimen depuesto es enorme.
Su afiliación al Partido Comunista lo llevó a la cárcel, y durante esa época perdió a dos de sus hermanos, uno de ellos torturado en una cárcel iraquí en 1981 y el otro víctima de la guerra entre Irán e Irak cinco años después.
Al-Sabti, de 51 años, considera que los mejores años de su vida le fueron robados por la guerra de 1980 a 1988 con Irán. Tras graduarse del Colegio de Bellas Artes de Bagdad en 1980, el artista vio cómo muchos de sus amigos eran llamados a filas y enviados al frente. Al-Sabti no tuvo que ir a la guerra porque cojeaba debido a un ataque de poliomielitis.
Con frecuencia, durante esos años, los vecinos le pedían que escribiese los nombres de soldados y sus familias en banderas negras que hacían ondear sobre las paredes de las casas para anunciar una muerte en la familia.
A veces escribía los nombres de un amigo de la universidad o de gente que conocía, dice Al-Sabti. Solo queríamos vivir, pero la muerte se convirtió en nuestra amiga y compañera.
Ahora que Irak se ha librado de Sadam, los dos hijos de Al-Sabti Ahmed, de 14 años, y Hisham, de 11 no serán llamados a filas, lo que constituye un consuelo considerando que Irak ha ido a la guerra tres veces desde 1980.
Sin embargo, el individuo no siente gratitud alguna hacia Estados Unidos.
¡Qué mentira sería para mí pintar ahora!, dijo. ¿Qué tipo de pintura saldría de este útero de muerte? Nuestras aspiraciones de paz y libertad terminaron cuando las fuerzas estadounidenses permitieron a los ladrones penetrar en nuestros centros culturales y destruir nuestras bibliotecas.
Los saqueos que ocurrieron en Bagdad en abril incluyeron el robo de millares de objetos del Museo Arqueológico de la ciudad y de la Biblioteca Nacional. Las fuerzas estadounidenses fueron criticadas por no impedir esos saqueos.
Teníamos grandes expectativas... Esperábamos que los estadounidenses nos construyesen una nueva vida, pero en lugar de ello abrieron nuevos horizontes a la muerte, dijo Al-Sabti.
Rashid, de 30 años, no llegó a terminar nunca un documental comenzado en febrero, primero por dificultades experimentadas durante el régimen de Sadam y luego por la guerra y los saqueos del Departamento de Cine y Teatro del Ministerio de Cultura.
Los rollos de celuloide que contenían las escenas filmadas fueron destruidos.
Pero Rashid comenzará a filmar en octubre una nueva película con actores y técnicos que han aceptado trabajar gratis.
La película es acerca de la caída de Bagdad, dijo Rashid. Acerca de la muerte. Es la muerte de un personaje en mitad de la muerte de todos los demás.