CARTAS DE OCCIDENTE La valla de la vergüenza española



En el norte de África subsiten dos situaciones dignas del libro de las paradojas históricas. La primera habla de dos reductos coloniales españoles que salpican el mapa político de Marruecos (Ceuta, con 19 kilómetros cuadrados y 75 mil habitantes, y Melilla, con 68 mil ciudadanos en 13 kilómetros cuadrados).

La segunda es que el mismo país que ha criticado abiertamente el muro israelí en Palestina y que celebró la caída del Muro de Berlin, es el que sube cada día la altura de las vallas que protegen las dos ciudades implantadas de los intentos desesperados de inmigrantes subsaharianos por acceder a El Dorado de Europa.

De poco sirve. En los últimos 10 días se han producido cinco intentos masivos de entrada por la valla de Melilla. El pasado 27 de septiembre, casi mil subsaharianos atacaron la valla sin éxito. El 2 de octubre fueron 650 las personas que ‘armadas’ de escaleras rudimentarias trataron de superar el foso del primer mundo. El 4 de octubre, 500 desesperados se dejaron la piel y la ropa enganchadas en la valla que sólo pudieron superar 65 inmigrantes detenidos de inmediato. Este mismo jueves, las policías española y marroquí evitaron el último intento de otras mil personas.

El balance de esta trágica racha es parte del libro de la infamia: cinco muertos en el primer asalto -tres tiroteados desde Marruecos-, cientos de detenidos del lado español y del marroquí, y una autoridades españolas desconcertadas y sin soluciones.

La última decisión del gobierno que dirije el socialista José Luis Rodríguez Zapatero ha sido construir una tercera valla el próximo año pero, esta vez, no de alambres, para evitar que los inmigrantes resulten heridos en su intento. De momento, se han militarizado los cercos en una decisión fuertemente criticada en España y en Europa, al punto que el comisario europeo de Seguridad, Franco Frattini, ha advertido de que los operativos "deben ser proporcionados y respetar los derechos humanos".

La magnitud y la frecuencia de estos "asaltos" a las vallas de Melilla han convertido el problema en noticia mundial -Wall Street Journal, el 26 de septiembre, llegaba a hacer una vergonzante comparación con el Muro de Berlín-. Se trata sólo de la punta de un iceberg que ningún gobierno español ha podido derretir.

Los huecos del paraíso

El secretario de Estado de Seguridad español, Antonio Camacho, explicaba en el Congreso de los Diputados de España que de 1998 a 2004 se registraron 12 intentos masivos de pasar las vallas. En 2005, desde mayo, ya se han contado 21 intentos de entrada "sincronizados y con fuerza".

Un inmenso hueco de entrada al paraíso europeo situado en pleno continente africano. Los asaltantes son, en su mayoría, subsaharianos que hacen lastimosas y largas travesías a pie y en diversos medios desde sus países de origen (Senegal , Costa de Marfil, Sierra Leona, Mali...). A las puertas de Ceuta y Melilla llegan hambrientos, cansados, sin dinero... pero con toda su vida apostada a una sóla carta: la de entrar a Europa en busca de trabajo y futuro.

Hace unos años, cada uno se buscaba la manera mejor de lograr el objetivo, pero ahora se organizan en grupos. "Nuestra única salida es organizarnos e intentar saltar todos a la vez. Hemos llamado a los de Mali, Senegal, de toda África, para ser el mayor número posible de gente", explicaba Yusef a un periódico español.

Desde Marruecos pueden optar por dos caminos, todos difíciles, todos peligrosos.

El primero es el de entrar a Ceuta o a Melilla y tratar, una vez dentro, de que la situación de hecho se convierta en residencia de derecho. La segunda consiste en embarcarse en las llamadas pateras (pequeñas embarcaciones precarias gestionadas y pilotadas por traficantes de humanos) con muchas probabilidades de hundirse en el camino.

Las pateras hacen dos recorridos. Uno a través del Estrecho de Gibraltar para llegar a las costas de Andalucía. El otro trayecto conecta el Sáhara Occidental -antigua colonia española que pertenece a Marruecos en contra de los deseos de sus habitantes- con las Islas Canarias, el punto más al sur del Estado español.

Sólo en los últimos dos años, las autoridades policiales españolas han detenido a unos 25 mil inmigrantes que han probado la lotería de la patera.

Muerte en el Estrecho

La cifra de los inmigrantes que mueren en el intento son inciertas. Como muestra, el pasado 1 de octubre perdieron la vida 17 subsaharianos que trataban de llegar a la isla de Fuerteventura.

Las estadísticas son inciertas porque sólo corresponden a las pateras que son interceptadas por los guardacostas o una vez que tocan tierra. La secretaria de Estado de Emigración e Inmigración de España, Consuelo Rumí, aseguraba en julio que durante los seis primeros meses de 2005 el número de inmigrantes interceptados ha descendido un 17% respecto al mismo periodo de 2004.

Sin embargo, creció el número de desaparecidos (21, un 250% más que en 2004) y se recuperaron siete cadáveres en el mar (un 85% menos que en el primer semestre de 2004).

Si se sumaran los inmigrantes que se traga el mar sin avisar a las autoridades, los datos podrían compararse con los de la frontera entre México y Estados Unidos donde, de enero a septiembre de 2005, han muerto 375 personas, según el Instituto Nacional de Migración mexicano.

En la última visita realizada por Naciones Unidas a España para comprobar la situación de la inmigración irregular, Gabriela Rodríguez, relatora especial de la Comisión de Derechos Humanos, aseguraba: "hay una situación de desconocimiento de las garantías y derechos que la Ley atribuye y reconoce a los migrantes, que puede resultar en casos de decisiones arbitrarias y eventuales violaciones de los derechos humanos. En particular en el contexto de la interceptación, devolución, expulsión e internamiento, a menudo los migrantes enfrentan el riesgo de indefensión frente a posibles abusos y violaciones".

¿Nueva marcha verde?

Algunos sectores de opinión en España consideran que estos ataques a la valla de Melilla tienen que ver con los reclamos soberanistas de Marruecos. En la memoria histórica todavía figura la humillación de la Marcha Verde organizada por el difunto rey Hassan II de Marruecos. Era 1975 y 350 mil civiles marroquíes y 25 mil soldados irrumpieron en la entonces colonia española del Sáhara Occidental. La presión humana expulsó a los soldados de la metrópoli.

Hoy, las sospechas regresan, aunque el presidente Rodríguez Zapatero lo niegue: la españolidad de Ceuta y Melilla "ni está, ni estará en discusión", dijo el miércoles el mandatario español, quien mostró su solidaridad con el reino alauí, que "también es víctima" de la presión migratoria originada por la hambruna africana y la "lacerante" brecha de prosperidad entre España y Marruecos.

Al final del camino, para muchos españoles la situación de su frontera y de la gestión de la migración es dolorosa y Maruja Torres, afamada periodista, lo resumía así en su columna semanal: "Que la idea de la verja, la alambrada y el muro haya germinado en nuestros corazones da la medida de nuestro fracaso".

EN MEDIO DEL DESIERTO

.ABANDONADOS: Médicos Sin Fronteras (MSF) ha denunciado que 800 inmigrantes capturados cerca de las vallas de Melilla pueden morir tras ser abandonados el viernes por el Ejército de Marruecos en el desierto, sin alimentos. Entre ellos, 80 están heridos.

.EL LUGAR: Los ‘deportados’ fueron dejados a 600 kilómetros al sur de Oujda, cerca de la cerrada frontera de Argelia, en una zona del desierto del Sáhara pedregosa y árida.

.EL TESTIMONIO: El congoleño Philippe Tamouneke contó cómo fueron llevados en 15 buses, esposados, en un trayecto de 9 horas.

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