El pasado 2 de marzo el presidente chileno, Ricardo Lagos, inauguraba en su país el primer Foro Global de Biotecnología, bajo los auspicios de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI). Allí, Lagos señaló que idolatrar de manera simplista "...el avance tecnológico (contemporáneo), sin un enfoque social es equivocar el camino...", recalcando la necesidad de que cada país trate de emprender acciones reales para "...estar a la cabeza del desarrollo mundial y tecnológico..." contemporáneo, sin perder la perspectiva de que este esfuerzo tiene que ser uno de sus emprendimientos sociales de mayor envergadura hoy y no una simple consecuencia de la supuesta derrama económica del libertinaje de los mercados.
Respondiéndole a las falacias trilladas de los vocingleros y diletantes usuales, afirmaba Lagos que "...Decir que estamos en una sociedad del conocimiento no es nada nuevo, lo grave es quién accede más rápido a esa sociedad del conocimiento; eso es lo que hace la diferencia. Entonces, que la realidad cambie provoca expectación, pero también sabemos que ese cambio provoca inseguridad". Solo una aproximación justa a la modernidad, basada en la universalidad de los beneficios de la actual revolución científica, puede ser garantía de verdadero progreso social y desarrollo humano y no de más injusticia, atraso, miseria y violencia.
Estas palabras tan importantes nos vienen a la memoria luego de revisar cifras y de apreciar los avances notables que algunas sociedades (otrora atrasadas) están dando vertiginosamente hacia el futuro. La base de tal progreso es muy simple: un enorme refuerzo al papel de la ciencia en sus esferas socio-productivas y la firme determinación de defender los intereses de sus sociedades, por encima de la coacción externa, como es el caso de China e India. Ambos países han defendido fieramente la diversificación de sus esferas económicas, negándose a destruir sus empresas estatales o a dar rienda suelta al capitalismo salvaje.
Hace unos meses, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional revelaron su informe sobre "Indicadores del desarrollo mundial 2004". Según este informe , "...la disminución de la pobreza global estuvo básicamente determinada por los resultados de China e India... en China, donde el producto interno bruto (PIB) per cápita se ha multiplicado por cinco desde 1981, el número de pobres bajó de 600 millones a 400 millones de personas...". Este informe dice claramente que "...para reducir la pobreza los países en desarrollo deben tener una mejor posibilidad de vender sus productos en las naciones avanzadas.. y que ...también es necesario que aumente la ayuda oficial al desarrollo, que sumó (globalmente) 70 mil millones de dólares en 2002...". Una buena parte de esa ayuda al desarrollo debe destinarse, tal como han hecho China e India, a revigorizar sus estructuras de generación y apropiación productiva del conocimiento y de la información, mediante la incorporación de tecnologías de punta e investigaciones de frontera, tales como es el caso de la biotecnología aplicada a la agricultura, solo para dar un ejemplo.
Causalmente, China está dando un impulso formidable a la agrobiotecnología desde hace algunos años, cuando Deng Xiaoping nombró a la biotecnología como "..una de las siete tecnologías que soportarán la clave para el crecimiento de China...". Traduciendo esto en hechos, el Gobierno chino promovió el establecimiento de más de 40 empresas biotecnológicas (estatales y mixtas) en los últimos cinco años, adoptó los cultivos transgénicos como la respuesta nacional para garantizar su propia seguridad alimentaria (se cultivan masivamente 10 grandes cultivos genéticamente modificados incluyendo cereales, granos y hortalizas), se permite la importación y exportación de organismos genéticamente modificados, etc.
Por otro lado, los productos biotecnológicos chinos (agrícolas y biomédicos) representan hoy más de 100 mil millones de dólares en su portafolio económico. La Unión Europea dedicará 800 millones de euros a la cooperación científica con China, especialmente en la biotecnología, gracias a que el impulso chino a las ciencias es real: China gastará, para el año 2005, el 3.6% de su PIB en inversiones en ciencia e investigación, con la manifiesta intención (tal como afirmó el ministro chino de Agricultura) de "...hacer de China uno de los líderes mundiales en el sector biotecnológico...". Así se construye realmente el futuro.
Y mientras los panameños nos pasamos debatiendo cosas vergonzosas o absurdas o "apagando fuegos" sin un sentido claro de dirección o una visión de futuro para el país, nuestros vecinos (Colombia y Costa Rica) triplican o cuadruplican lo que nuestro país "gasta" en ciencia, atraen empresas foráneas de alta tecnología, exportan productos de alto valor agregado, innovan, mejoran sus índices de empleo y de remuneración (al menos parcialmente), en fin...diversifican y fortalecen sus economías, haciéndolas un poco más resistentes a los embates de esta convulsa e injusta globalización. En Panamá, seguimos así: viendo pasar el futuro delante de nuestras narices, hasta que reaccionemos por la fuerza de las circunstancias. Ojalá que cuando eso suceda, ya no sea demasiado tarde.