Fuerzas de la OTAN capturaron a dos jefes rebeldes importantes en Afganistán, donde el estallido de una bomba elevó a tres el número de soldados de la alianza muertos desde el comienzo del año nuevo, dijo ayer la coalición.
Las nuevas muertes de la OTAN -todas en la zona sur convertida en baluarte del Talibán en Afganistán- suponen un inicio de año sombrío para la coalición internacional. Aunque los portavoces de la OTAN aseguran que el bloque ha logrado progresos importantes en la guerra, también han puesto de relieve que los avances son reversibles.
Los insurgentes utilizan Pakistán como plataforma para lanzar algunos de sus ataques. Numerosos afganos y observadores internacionales consideran que el gobierno del presidente Hamid Karzai carece de la capacidad para ofrecer servicios básicos a una población deseosa de un sentimiento de normalidad en medio de las adversidades de la guerra.
En Londres, el Ministerio Británico de Defensa confirmó ayer la muerte de un soldado británico ocurrida el día anterior a causa de la explosión de una bomba cerca del distrito de Nahr-e Saraj, en la provincia de Helmand.
La OTAN ha intensificado sus acciones para erradicar la insurgencia y anuncia a diario la captura o muerte de jefes del Talibán o colaboradores de éstos en operaciones conjuntas con las fuerzas afganas.
En uno de los anuncios más recientes de este tipo, la OTAN dijo que fue capturado el sábado un jefe importante del Talibán que tuvo una participación directa en el atentado con un coche bomba que perpetró un atacante suicida, el 18 de diciembre, en la ciudad sureña de Kandahar.
En el atentado, dirigido contra un jefe de distrito, dos transeúntes perecieron y otros nueve resultaron heridos. La coalición no facilitó ulteriores detalles sobre ese jefe del Talibán.
La OTAN asimismo dijo que detuvo a un jefe de la temida red Haqqani, cuyos integrantes tienen vínculos con la red terrorista de Al-Qaeda y actúan afuera de la vecina Pakistán y lanzan ataques en el este de Afganistán.

