Una joven artista afgana, que se puso una armadura de hierro hace unos días en Kabul para denunciar el acoso sexual en la calles de Afganistán, tiene que esconderse por las amenazas de los musulmanes conservadores.
Kubra Khademi, de 27 años, tuvo incluso que cambiar de domicilio para evitar la ira que provocó su gesto.
El pasado 26 de febrero, Khademi caminó durante unos minutos por un barrio del centro de Kabul con una armadura de hierro que marcaba la forma de sus pechos y de sus nalgas.
Por 500 afganis (menos de 10 dólares), la joven fabricó su propia armadura en el taller de un calderero que hace estufas de leña. Luego decidió salir a la calle.
Tras haberse quitado el abrigo, Khademi, que llevaba el velo islámico, se vio rápidamente acosada por los transeúntes y tuvo que huir ante los insultos y los lanzamientos de piedras. “Todo fue tal y como me lo esperaba. La muchedumbre se acercó a mí empujándome un poco”, explicó.
Su objetivo era denunciar, a través de su proyecto artístico, los tocamientos que sufren las mujeres en las calles, una iniciativa ambiciosa en un país musulmán muy conservador. “El concepto de mi trabajo procede de mi vida personal y de los terribles momentos que viví”, asegura. “Este trabajo habla de lo que me pasó cuando tenía cuatro o cinco años. Alguien me tocó en la calle y se marchó. Para él solo era una niña, no importaba la edad que tuviera”, cuenta. “Entonces pensé: ‘Ojalá mi ropa interior fuera de hierro”, explica.
Khademi lamenta que “esas cosas ocurran cada día, en cada momento” en su ciudad.
Escondida en las afueras de la capital afgana, la artista recibe mensajes electrónicos con amenazas de muerte e insultos. Pocos días después de la denuncia de Khademi, un grupo de hombres desfiló por las calles de Kabul vistiendo el burka, para mostrar su solidaridad con las mujeres afganas.
