Bombas y balas mataron a siete soldados estadounidenses, al tiempo que tres soldados de la OTAN murieron al estrellarse un helicóptero, en uno de los días más mortales para tropas extranjeras en Afganistán desde la invasión norteamericana de 2001, dijeron funcionarios el martes.
Cuatro de las muertes el lunes se produjeron en un ataque contra un equipo de entrenadores militares estadounidenses en el norte del país, una región relativamente pacífica, dijo el primer suboficial de la armada Brian Naranjo, un portavoz militar estadounidense. Las muertes centran la atención en la cuestión de si Estados Unidos está dedicando suficientes soldados a pacificar un país mayor y más populoso que Irak.
El presidente norteamericano, Barack Obama, ordenó el despliegue de 21 mil soldados adicionales en Afganistán, principalmente en el sur, donde el Talibán ha recuperado control desde que la coalición, encabezada por Estados Unidos, les derrocase a finales de 2001. Washington espera que haya en el país 68 mil soldados para final de año, el doble de la cifra de 2008, pero aun así menos de la mitad de las tropas estacionadas en Irak.
Dos soldados estadounidenses murieron en una explosión en un camino en el sur afgano, dijo Naranjo, y otro falleció a causa de las heridas sufridas el lunes en un combate con milicianos en el este, afirmó otro portavoz estadounidense. No hubo más detalles sobre esos incidentes en el sur y el oriente.
Fue la jornada más fatal para tropas norteamericanas en Afganistán desde el 13 de julio de 2008, cuando 10 soldados murieron- nueve de ellos cuando milicianos armados con fusiles y lanzagranadas atacaron un puesto militar remoto en la aldea de Wanat, cerca de la frontera con Pakistán.
Igualmente en el sur, dos canadienses y un británico miembros de la fuerza de la OTAN murieron el lunes cuando su helicóptero se estrelló en la provincia de Zabul, dijo un portavoz de la alianza, el teniente comandante Chris Hall. El incidente no fue causado por fuego de los milicianos, aseguró Hall.
