El papa Benedicto XVI contrastó la guerra y el hambre con la felicidad del Domingo de Pascua e hizo un llamado para que la diplomacia prevalezca sobre los combates en Libia, para que las naciones den la bienvenida a los refugiados que huyen del conflicto y para que los líderes de Medio Oriente respeten a sus ciudadanos.
El pontífice ofició el domingo la misa de Pascua en una Plaza de San Pedro saturada por fieles, turistas y brillantes colores de las flores de primavera para celebrar el día más feliz del año para la Iglesia católica.
Durante su mensaje, el Papa pidió el fin de los combates en Libia y el inicio de las negociaciones diplomáticas.
Agregó que “a todos aquellos que sufren como resultado de estos conflictos debe dárseles acceso a la ayuda humanitaria”.
Los cristianos de todo el mundo conmemoraron el domingo el día de Pascua, cuando –según la tradición– Jesús resucitó como señal de vida eterna después de ser crucificado.
Este año, la Pascua cayó el mismo día para los calendarios ortodoxo y católico.
Mientras en “el cielo todo es paz y felicidad, desgraciadamente no es así en la Tierra”, dijo el jerarca católico.
Además, lamentó que el hambre, la enfermedad, la guerra y la violencia todavía causen sufrimiento al mundo.
En su mensaje “Urbi et Orbi” –a la ciudad y al mundo, en latín– Benedicto XVI oró para que en Costa de Marfil “se camine por la ruta de la reconciliación y el perdón”. También rezó para que Japón encuentre consuelo mientras se recupera de la devastación causada por el sismo y el tsunami.
Cerca de 100 mil peregrinos y turistas llegaron a la plaza de adoquín desbordándose en un bulevar que lleva al río Tíber. Muchos más intentaban llegar a la plaza durante la misa matutina.
