El hijo mayor del líder surcoreano Kim Jong Il, al que alguna vez se consideró posible sucesor de su padre hasta que trató de entrar clandestinamente en Japón para ir a Disneylandia, dice que se opone a una transferencia hereditaria del poder a su hermanastro menor.
Su comentario es el primer indicio público de desacuerdo en el proceso de sucesión minuciosamente coreografiado, aunque los analistas dicen que Kim Jong Nam ha vivido durante tanto tiempo fuera de su país que su opinión tiene poco peso.
El regordete Kim, de 39 años, hijo mayor de tres hermanos que presumiblemente competían por el poder en la hermética Corea del Norte, es lo más parecido que tiene el régimen a un playboy.
Al contrario que la enorme mayoría de sus compatriotas que carecen de los recursos y conexiones para viajar al exterior, Kim Jong Nam viaja libremente y pasa mucho tiempo en China o en la región autónoma china de Macao, centro de juegos de azar de Asia con sus casinos estilo Las Vegas.
Tiene el vientre abultado característico de la familia y se lo ve siempre con gorra, zapatos de lujo y la cara sin afeitar, mientras frecuenta hoteles de cinco estrellas y restaurantes caros.
En una entrevista desde Beijing para la televisora japonesa Asahi, difundida el lunes por la noche y el martes, dijo que está “contra la sucesión de la tercera generación, aunque creo que hubo factores internos. Si hubo factores internos, deberíamos acatarlos”.
Kim confió en que su hermanastro hará lo mejor posible para mejorar las vidas de los norcoreanos y agregó que está dispuesto a ayudar desde el exterior, según una versión de sus declaraciones doblada al japonés.
El analista ruso Andrei Lankov, especialista en Corea del Norte de la Universidad Kookmin de Seúl, dijo que las declaraciones de Kim Jong Nam eran “casi un desafío”, pero agregó que tiene poca influencia debido al tiempo que pasa en el exterior y a que carece de apoyo militar.

