José Antonio Ardila Acuña Han transcurrido 91 años desde el momento en que, a las 8:00 de la noche, de ese 10 de octubre, se disparó el primer tiro de la revolución de Wuchang. Revolución dirigida por Sun Yat-sen y que sentó las bases para la fundación de la República de China. Por esta razón, el décimo día del décimo mes del año fue designado como el Día Nacional de China, conocido, también, como el Día del Doble Diez.
Esta sublevación sirvió para derrocar la dinastía Qing, abolir el régimen monárquico y para que abdicara el emperador manchú Xuantong y Sun Yat-sen se convirtiera en el primer presidente de la República de China. En los 5 mil años de historia en China fue el primer presidente elegido. Antes se llamaba el Imperio y ahora la República. Por desdicha, el doctor (en medicina) Sun Yat-sen tuvo que dimitir a su cargo a los pocos días a favor de una figura más potable para occidente, que posteriormente se convirtió en dictador.
Sun Yat-sen fue un demócrata revolucionario que, a la edad de 28 años (1894) fundó la primera organización revolucionaria de China, la Asociación para la Regeneración de China y al año siguiente, en Cantón, promovió un levantamiento contra los manchúes.
Bajo la influencia de la primera revolución democrática burguesa rusa (1905-1907), Sun cohesionó las fuerzas revolucionarias para el derrocamiento de la dinastía gobernante, promoviendo, en calidad de programa político, los tres principios del pueblo.
El principio de la nación o del San Min, sobre la independencia nacional china; el principio del poder del pueblo, principio de la soberanía popular o democracia, que no es más que la instauración de la República. Para cumplir con las necesidades de China, el Dr. Sun ideó el sistema de los cinco poderes de gobierno. Además de los conocidos occidentales de Ejecutivo, Legislativo y Judicial, creó los órganos equivalentes de control (consentimiento, enjuiciamiento, censura y auditoría) y de examen (servicio social) que siguen vigentes hasta hoy día.
El principio de la prosperidad popular o del Min Sheng: supresión de la desigualdad social, que se basa en la lucha por los intereses de las masas populares. Con este principio quiso decir comida, vestido, vivienda y otros aspectos del bienestar económico y social de la población.
El programa democrático revolucionario de Sun Yat-sen mereció el amplio reconocimiento de todo el movimiento progresista de la época, ya que estaba dirigido a romper con la penosa situación de los campesinos, sumidos en el hambre y con las relaciones feudales de producción, al propugnar la realización de una reforma agraria radical que llevaba consigo, en última instancia, hacia la nacionalización de la tierra, la imposición de la tributación y la distribución socializada. Igualmente, este programa fomentaba la industrialización del país, regularizando y limitando el capital privado y desarrollando el capital del Estado; es decir, nacionalizar el gran capital extranjero y local.
Los hechos que se desenvolvieron inmediatamente después del 10 de octubre, no fueron más que el inicio de un largo proceso de lucha entre las dos escuelas de pensamiento que prevalecían en China: la que creía en la fuerza militar y la que depositaba sus esperanzas en el despertar de las masas populares. Esta segunda escuela de pensamiento era la dirigida por Sun, basada en los principios señalados.
Los criterios filosóficos de este gran pensador constituyeron la base teórica de su democratismo revolucionario porque estudiaba el proceso del conocimiento en ligazón con la actividad práctica del hombre, y estaba convencido de que los resultados del conocimiento ideas y principios constituyen una fuerza activa que ayuda a transformar el mundo.
El autor es economista y docente universitario
