Venezuela y los ‘círculos del terror’



Oswaldo Alvarez oalvarez@telcel.net.ve Los círculos chavistas están dirigidos por núcleos duros del hampa caraqueña y otras zonas rurales y urbanas. A ellos se integran progresivamente las pandillas pendencieras de aguantadores de objetos robados y los distribuidores medios y pequeños de drogas quienes, junto a vagos y maleantes informadores, controlan espacios territoriales completos convertidos en centros de operaciones, depósitos de explosivos, armas y municiones, en los cuales impusieron la ley del más fuerte y la administran a su manera, sin intervención policial ni judicial. Esos, a los que antes distinguíamos como “hampones comunes”, aunque de común no tuvieran nada, han sido reclutados por el chavismo para intervenir en la política desde una perspectiva revolucionaria al frente de los “círculos del terror”. Siguen asaltando, saqueando, asesinando impunemente, como sucedió el 11 de abril. Lo grave es que ahora invocan a Bolívar en nombre de Chávez.

Me refiero exclusivamente a quienes dirigen esos círculos. No a todos los ingenuos que los integran. Estos son utilizados como carne de cañón en manifestaciones reaccionarias o como provocadores de oficio que insultan y agreden hasta físicamente, a quienes se oponen al gobierno. Buscan reacciones violentas de las víctimas para justificar su propia violencia y acusar de agresor a quien responda por vías de hecho ante coacciones inaceptables. Me refiero a los bandidos que los dirigen. Ahora son políticos. Tienen carné de identificación, armas entregadas irregularmente por el alto gobierno, permiso para portarlas y gozan de elevados sueldos personales y asignaciones especiales para operaciones normales y especiales. Otayza, Bernal y Diosdado Cabello lo saben. También saben quiénes y dónde reciben entrenamiento y las acciones que deben cumplir para merecer esos privilegios.

La multiplicación de sucesos vinculados al crimen organizado en estos días resulta espantosa. Los millonarios asaltos a bancos y otras instituciones financieras, a transportes blindados de valores con efectivos formados y fuertemente armados, a casas de familias de medios y de elevados recursos, los robos de vehículos, los “secuestros express” –y algunos de larga data esperando desenlace–, son cada vez más practicados de manera muy profesional, precisa, organizada, con modernas armas cortas y largas, uniformes al estilo militar y estructuras de comando operacional que, desde hace tiempo, nos permite sospechar algunas cosas demasiado graves que serán conocidas en su momento.

El autor es abogado y político venezolano, ex gobernador del estado de Zulia

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