Las fuentes del gobierno dicen que todo fue limpio y ordenado, los veedores internaciones concuerdan y aunque la oposición agite los fantasmas del fraude; lo cierto es que, en principio, no queda otra alternativa que aceptar la realidad: la mayoría de los venezolanos apoya el proyecto del presidente o, para decirlo de otro modo, prefieren su permanencia en el poder.
La pregunta es: ¿Por qué sucede esto si el presidente Chávez ha llevado a su país al borde de la bancarrota financiera y el colapso institucional?
¿Están locos los venezolanos, son suicidadas... o también suceden otras cosas?
Cuando Chávez asumió el poder, nadie esperaba que el hombre se pusiera las ropas de un líder revolucionario. Sin embargo, a poco de tomar las riendas del estado, Chávez comenzó a soltar su lengua.
El nuevo presidente no vaciló en revisar rápidamente la historia de su país, para repartir de nuevo los papeles de héroes y villanos. Le dijo al 80% de la población, que vive bajo la línea de pobreza, algo que todos sabían pero que nunca habían oído tan clarito: Venezuela siempre había sido gobernada por una elite egoísta que creía que el Estado era su patrimonio, una elite que, a pesar de disfrutar por casi 30 años del boom del petróleo, jamás se había preocupado por combatir la pobreza que en Venezuela, antes y después de Chávez, parece estructural.
Pero sobre todo, el presidente hizo hincapié en una cosa: él venía para cambiar esa historia. Y no iba a ser fácil pero había que luchar. Fue su forma de construir poder y legitimar su política.
Era un presidente constitucional, sí, pero sin estructura ni aparato político.
Los analistas dicen que sin eso, Chávez jamás hubiese podido tener las manos libres para manejar el gobierno. Habría sido una presa fácil de las estructuras de poder que desde hacía décadas estaban enraizadas en Venezuela. Entonces, pragmático hasta los huesos, comenzó lo que el llama una "revolución bonita y bolivariana", proceso al que sus enemigos definen como populista y bananero.
Una vez que sintió el apoyo necesario, se lanzó a la lucha. Tomó el control de PDVSA, la petrolera del Estado, de donde removió a los hombres que representaban la vieja guardia. Paralelamente, amplificó el gasto social y propulsó una limpieza de las fuerzas de seguridad que no le eran leales.
Sus opositores no se quedaron quietos y decidieron luchar contra él utilizando todos los medios que tenían a su alcance, literalmente hablando.
El goteo informativo poco a poco se fue convirtiendo en una catarata de difamación sobre la figura del presidente —que minó la credibilidad de los medios venezolanos—, y la batalla comenzó a jugarse en la televisión, donde el Chávez mismo dio pelea con su mítico, bizarro e interminable "Aló presidente".
El humor social comenzó a caldearse y el chavismo supo como nadie sacar partido de esta contienda. "O ellos o nosotros", comenzaron a decir, "colonia o patria", "dependencia o liberación".
La radicalización de la coyuntura venezolana perjudicó a todos, pero fortaleció sólo al presidente que a pesar de los claroscuros, jamás se alejó de la senda democrática: soportó un golpe de estado, soportó una huelga sangrienta que duró tres meses y paralizó la economía, aceptó ir al referéndum revocatorio y hoy, luego de salir victorioso de todas esas batallas, se presenta como el gran ganador de la pulseada.
En términos internacionales, el presidente fue lo suficientemente astuto como para desarrollar una estrategia pendular en relación al petróleo que le ha dado buenos frutos. Ha sido uno de los mayores propulsores del protagonismo de la OPEP en el mercado internacional, se dio el lujo de visitar a Sadam Husein en Irak y abrazarlo para la foto, hasta le gritó "idiota" a Bush aunque jamás cortó el flujo de combustible venezolano que diariamente alimenta a Estados Unidos. Quizá por eso, los mercados internacionales reaccionaron favorablemente con su victoria, provocando una leve caída en el precio del barril de crudo.
Sin embargo, su revolución, luego de cuatro años en el poder, está lejos de cumplir los objetivos que se había trazado. La desocupación creció, la pobreza creció, la desaceleración económica ha sido galopante, se profundizó la brecha entre ricos y pobres y los escándalos de corrupción salpicaron a varias de sus figuras. Por otro lado, los ingresos por la exportación de petróleo están en su punto más alto y sin embargo, esa buenaventura no se traduce en la vida cotidiana.
Mientras escribo esto llega la noticia de un muerto y cuatro heridos por enfrentamientos entre chavistas y anti chavistas. El escenario de la violencia también debe estar presente en todo análisis.
Chávez tiene formación militar y lazos con Fidel Castro y la guerrilla colombiana, mientras que son conocidas las noticias de militares de la oposición que han viajado a entrenar con comandos de exiliados cubanos en Miami. Sin embargo, en principio, parece que las cosas no pasarán a mayores.
Chávez es una bisagra en la historia venezolana, una figura que emergió de la nada y que se sostiene por la fuerza de los sectores pobres que son mayoría y lo respaldan. Aunque no se sepa muy bien por qué, si es por afinidades ideológicas o por resentimiento histórico.
Lo cierto es que Chávez continúa en el poder por dos años más y luego tiene derecho a presentarse para su reelección. La historia sigue abierta.