Rosario Arias de Galindo

2021, una oportunidad para el cambio



En 2008, al cumplirse los 40 años del golpe de Estado que derrocó al recién electo presidente Arnulfo Arias Madrid, esta casa publicó un suplemento para recordar los antecedentes, el contexto, los sucesos y las consecuencias de los 21 años largos de régimen militar en Panamá.

Como parte de la estrategia para que el relato contara con todas las voces y visiones posibles, se incluyeron entrevistas a importantes actores del momento -de bando y bando-, así como a algunos protagonistas de las muchas batallas libradas contra la dictadura que inició su singladura aquel 11 de octubre de 1968.

La mayoría de los entrevistados ya no están con nosotros. Es el caso de Rubén Darío Carles, Guillermo Sánchez Borbón, Carlos Iván Zúñiga, Fernando Manfredo y Alberto Quirós Guardia. Siguen vivos Rubén Darío Paredes, Roberto Díaz Herrera y Mireya Moscoso.

Yo formé parte del equipo de periodistas que escribió el suplemento, tocándome el gran honor de entrevistar a Rosario Arias de Galindo, una mujer extraordinaria que acaba de dejarnos, en este doloroso año que quedará marcado para siempre en nuestro recuerdo.

Habían transcurrido casi veinte años de la terrible invasión que puso fin al régimen militar, y cuatro presidentes electos democráticamente habían pasado ya por el Palacio de las Garzas. Aún estaba por venir la Administración de Ricardo Martinelli con su nefasta impronta de gran corrupción y su oscuro legado de destrucción institucional y descalabro político y social, pero para Rosario Arias de Galindo -doña Mami- el deterioro de la democracia panameña y del tejido social del país era ya muy evidente.

“Hoy, ni los diputados creen en las leyes. Existe un enorme boom económico, pero cada vez crece más la distancia entre ricos y pobres” comentó contundente durante la entrevista, al tiempo que apelaba a la educación, como la ruta indispensable en la construcción de una sociedad verdaderamente democrática.

Unos años después, durante la Administración de Juan Carlos Varela, el nivel de decepción y frustración de doña Mami seguía aumentando, como reflejaron aquellas “Veinte preguntas sueltas” que lanzó desde las páginas de este diario en enero de 2017.

“¿Cómo se justifica, ética y moralmente, una alianza entre perseguidos y perseguidores?.... ¿cómo se justifica que aquellos diputados que se llevaron millonarias partidas por las que nunca se ha rendido cuenta, sean los aliados…..? … ¿cómo se fortalece la institucionalidad del país al optar por un candidato partidario, en lugar de una funcionaria institucional?.... En 2014, votamos por el progreso institucional del país. ¿En qué quedó el compromiso de realizar una constituyente….?”, eran algunas de las preguntas que dejaban en evidencia cuánto le preocupaba la precariedad de la democracia panameña y la falta de columna vertebral de nuestros políticos.

En el caótico escenario que hoy vivimos, la muerte de doña Rosario Arias de Galindo -uno de los pocos referentes que nos quedaban de lo ético, lo decente, lo correcto- provoca profundas y dolorosas reflexiones.

Esta vuelta al sol que está próxima a culminar para dar paso a un nuevo año, ha sido desde todo punto de vista catastrófica, y al mismo tiempo brutalmente esclarecedora.

En este pequeño país de poco más de 4 millones de almas, de crecimientos económicos punteros en la región y lacerantes disparidades sociales -como lo veía con claridad doña Mami-, los efectos de esta terrible y devastadora pandemia no solo han dejado una estela de muerte y destrucción, sino que ha servido para mostrarnos, sin maquillaje alguno, la clase de sociedad y democracia que hemos construido entre todos, ya sea con nuestra participación directa como cómplices, o con nuestra indiferencia, desde nuestros grandes o pequeños privilegios.

La gran pregunta que queda a pocas horas de que termine el 2020, es si estaremos dispuestos a realizar las profundas transformaciones que se requieren para que podamos sobrevivir todos.

Aún queda oportunidad para hacer esos cambios juntos, como una comunidad enfocada en el bien común. Urge que nos pongamos de acuerdo, que dejemos de lado tanto egoísmo y estupidez, y empecemos a trabajar en la reconstrucción en este 2021 que ya se asoma. ¿Lo haremos?

El autor es periodista, abogada y activista de derechos humanos

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