Los medios de comunicación de masas (radio, televisión y periódicos, entre otros) cumplen una función importante en la sociedad, dependiendo del enfoque que se adopte. No obstante, un eje transversal es el aspecto de “transmitir información”. La discusión se torna compleja cuando se decide “qué tipo de comunicación, cuáles son los objetivos de transmitirla, qué se debe informar y qué no, etc.
Ahora bien, los temas de interés, que los ciudadanos establecen como prioritarios, se construyen a partir de la conjugación de diversas agendas de los grupos de interés, entiéndase: políticos, económicos y sociales. Y estos, a su vez, a través de los medios de comunicación de masas tratan de influir en la sociedad con miras a que los ciudadanos prioricen temas, actúen y accionen en determinada forma en su vida cotidiana.
No obstante, los medios masivos también tiene intereses definidos (que pueden ser de corte social, político, económico o combinación de más de uno), entonces, sus intereses filtran la información que otros grupos desean transmitir, además inciden en el cómo se transmiten.
En la actualidad no es de sorprendernos que los ciudadanos sientan apatía por el discurso que proviene de cualquier grupo de interés (políticos y partidos corruptos, empresarios y empresas corruptas, dirigentes y movimientos sociales corruptos), por los tanto, estamos frente a un desprestigio acumulativo, que se traduce en desmovilizaciones e inactividad ciudadana.
Solo le queda al ciudadano aferrarse a los temas de agenda que impulsan los medios masivos, que hasta el momento son los que, de alguna manera, todavía mantienen la credibilidad necesaria para impactar en las prioridades temáticas que establecen los ciudadanos.
Dicho esto, hoy día algunos medios de comunicación se han convertido en los nuevos paladines de la democracia. En el pasado, la defensa de la democracia era el discurso central de los movimientos sociales, de la sociedad civil, de los empresarios; hoy el discurso de estos grupos tienen como eje central otros aspectos. Para precisar esta explicación, no es que esos sectores no defienden la democracia, sino que ese no es su propósito central.
Lo que planteo es que hoy día, los medios de comunicación son los únicos que mantienen, de forma sistemática, la agenda continua para la defensa de la democracia, de la transparencia y para que la impunidad no impere. Se han transformado en el último bastión de defensa que tiene la democracia; para recuperar la confianza ciudadana en que, como sistema, funciona y que en ese sistema no importa de dónde provengas, pues ante la ley todos somos iguales.
La democracia encuentra sus mejores defensores en esos programas de debates abiertos de la televisión y la radio en los que el panameño puede hablar hoy/ahora. Estamos a tiempo de hacer los ajustes al sistema. No le dejemos todo el trabajo a los medios de comunicación.