Alicia Bárcena, secretaria de la Cepal, publicó el artículo Repensar las alianzas público-privadas en América Latina y el Caribe para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el 16 de junio, en el marco del Foro Económico Mundial, en Medellín, Colombia. En su escrito, Bárcena afirmó que los países de la región han mostrado su compromiso con el desarrollo sostenible, por su amplia participación en el proceso de formulación y aprobación de la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible. No obstante, agregó: “Ahora deben demostrar su capacidad de tomar la iniciativa en la puesta en práctica de esta visión. Resulta evidente que, en esta labor, no pueden funcionar los enfoques inerciales y que el Estado, el sector privado y la sociedad civil deben desempeñar papeles fundamentales, tanto de forma individual como a través de nuevas alianzas, a nivel nacional, regional y mundial”.
Las alianzas público-vrivadas por la inclusión social no son nuevas. Un ejemplo lo tenemos en Pesé, donde la Fundación San José trabaja con entidades del Gobierno y la empresa privada para combatir la pobreza y la desigualdad, sirviendo como vehículo para mejorar la calidad de vida de grupos marginados. La fundación atiende un comedor que alimenta a 120 personas por día; un consultorio médico que atiende gratis a 35 pacientes diarios y realiza visitas médicas mensuales a encamados y discapacitados. Además, opera una ambulancia, donada por Ricardo Miró, Eddie Vallarino, Fundación Alberto & Dora Motta y la Fundación Amei Motta. Hace poco suscribió un convenio con el Ministerio de Salud para cubrir el operador, paramédico y otros gastos relacionados con el servicio.
Al componente asistencialista se suma un plan de inserción laboral y económica en alianza con el Inadeh, a través del Centro Educativo Integral Don Bosco, cuya construcción fue financiada por un donante privado, en un terreno cedido a la fundación mediante decreto del Consejo Municipal. Ahí se dictan cursos de confección de tembleques, panadería, repostería, inglés, informática y cocina, entre otros. El de cocina contó con el apoyo del Club Gastronómico de Panamá.
La fundación apoya la creación de cooperativas para que el conocimiento se traduzca en generación de ingresos dignos y sostenibles. El impacto social es evidente. Una de las asistentes, Yasmina, tomó el curso de tembleques, y ahora vende o alquila los que confecciona. Erika cose, teje, hace ropa de bebé y cortinas para la venta, y María vende comida. Otros aprendieron a hacer queso, dulce de leche, yogur de frutas, etc., y comienzan nuevos emprendimientos sociales.
El reto será pasar del testimonio anecdótico a la evidencia estadística, de la “donación” a la inversión social, de crear dependencia a generar independencia, con el Estado y el sector privado, como socios en la lucha contra los enemigos del progreso: pobreza, desigualdad y exclusión.
