OBSTÁCULOS

Asegurados, al poder

Cuando a Billy le propusieron participar en el concurso para dirigir la CSS, familiares y amistades íntimas le aconsejaron rechazar el reto. El único atractivo que veíamos, él y yo, era demostrar que con trabajo, honradez, altruismo y solidaridad se podía adecentar ese monstruo institucional para beneficio de quienes realmente lo necesitan, los usuarios. Por más de 50 años, esta entidad ha sido botín del colectivo en el poder.

Es la primera vez que se le ha dado independencia partidista para lograr timonear su operatividad por rumbo norte del asegurado. Era lógico intuir que, en ese transitar, se tendrían que pisar muchos callos y arrancar numerosas raíces podridas incrustadas durante administraciones pretéritas.

Sin temor a equivocarme, la CSS debe ser, por cantidad de empleados y recursos monetarios disponibles, la empresa estatal con mayor burocracia y corrupción del país. Tristemente, la ACP, una corporación similar en tamaño y dinero, es abismalmente más eficiente y transparente. ¿Por qué la diferencia? Simple. La intromisión política y gremialista está en su mínima expresión.

Antes de asumir el mando, le advertí. Ten cuidado con la gente de Comenenal. No son de fiar. Tienen agenda Frenadeso. En el fondo, ellos desean que tu gestión fracase. La CSS es su principal bastión de lucha para desestabilizar, negociar y ostentar protagonismo de cara al futuro. Su traicionera conducta todavía la tengo fresca en la memoria.

Durante mi frustrante tarea como “garante”, este gremio fue el único que no acudió a nuestras invitaciones de diálogo. En ejemplo de humildad, participamos en su juego y asistimos a su propia sede. En el debate de ideas, pese a todas las diatribas previas, no hubo ningún desacuerdo conceptual.

Todos estábamos a favor de mantener el carácter público del sistema sanitario, condenábamos el modelo del Hisma y exigíamos al Gobierno cumplir con la financiación correspondiente para el manejo de pacientes no derechohabientes.

Salí contento. Ese mismo día, horas después, sus psiquiátricos voceros manifestaban que nosotros intentábamos privatizar la salud en Panamá. Vaya ingenuidad de mi parte. Adicionalmente, y en clara oposición a lo que piensan los innumerables médicos sensatos, han torpedeado la investigación científica y la educación sexual de nuestra juventud, herramientas vitales para el bienestar de las poblaciones.

Mi hermano, pese a que somos uña y carne, no me hizo mucho caso. Pensó que yo estaba algo prejuiciado. Me dijo: quiero resolver la deficiencia administrativa, rebajar listas de espera, hacer nombramientos por méritos, humanizar la atención, “empoderar” al asegurado e invitar a los dirigentes gremiales a colaborar en la gestión. Lo último, craso error. Desde dentro, ya infiltrados como cáncer, se dedicaron a obstruir, indisponer, tergiversar y empañar los planes directivos. Cría cuervos y te sacarán los ojos. Ahora que han sido desenmascarados, salen a los medios a proferir disparates y desempolvar nuevamente el fantasma privatizador.

Intuyo que se asociarán a algunos seudolíderes prestos a satisfacer al mejor postor. Los periodistas serios, no los que opinan según la cuantía de la coima, deben meditar dar espacio noticioso a personas tan negativas que solo desean causar zozobra para conveniencia particular. Es hora de que a todo aquel que calumnia, sin fundamento, le caiga el peso de la ley. No hay que dar ninguna concesión. Con los terroristas no se negocia. Igual estrategia para enfrentar a anarquistas sociales.

Para aminorar las enormes filas de arrastre, hay que recurrir tanto a arreglos internos (horas extras, turnos pagados, contratación de recurso técnico) como a externos (compra de servicios bajo licitación de precios). Tan pronto se vaya diluyendo la carga, se reduce o anula la “tercerización”. Clara lógica de empresa exitosa.

El Hospital del Niño compra servicios externos desde hace décadas y su imagen persiste impoluta. Si la madre o hermana de un gremialista sanitario necesita una mamografía, un cateterismo o un ultrasonido, pueden estar seguros de que lo consiguen ese mismo día, dentro o fuera de la CSS. ¿No debería tener todo asegurado ese mismo derecho? Me pregunto, ¿por qué nunca se han quejado de los seis mil empleados adicionales que incorporó la administración Jované y que representan una carga salarial de 50 millones anuales? Saquen sus propias conclusiones.

Cuatro llamados urgentes. A los asegurados, para que ningún gremio les coarte la posibilidad de un destino mejor. A la comunidad médica, para no dejarnos atrapar por sindicalistas con estetoscopio. La genuina vocería de nuestra profesión, en los asuntos laborales, académicos y éticos, debe ser ejercida por la Asociación Médica Nacional, las sociedades científicas y el Colegio Médico, respectivamente.

Si nos dormimos, la Comenenal llevará nuestra profesión al despeñadero. Al ministro de Salud, para que no se deje co-gobernar por esta pandilla de resentidos. A mi hermano, para que no se desgaste en refutar críticas malintencionadas y dedique todo su tiempo a modernizar la CSS. Los usuarios serán tus mejores aliados. Ellos son los únicos que merecen todo tu esfuerzo.


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