En un noticiero de TV, vi y escuché a un dirigente transportista anunciar la fórmula que utilizaría el Gobierno para resolver el problema del transporte colectivo y que consistía en la adquisición de 500 buses. Espero que no sean los articulados, porque estos no han sido la solución en otros países y, en el nuestro, ha quedado demostrado que el suministro de buses financiados por el Estado ha sido un fracaso.
Los que tenemos ciertad edad recordamos la propaganda que se hizo para la época de la dictadura, cuando se trajeron los famosos Pegassos, que en un lapso de no más de tres años quedaron, la mayoría, como chatarra. Esta inversión sólo sirvió para beneficiar a familiares y allegados de quienes nos gobernaban. De igual manera, en el gobierno pasado la inversión millonaria de buses "nevera" –rechazados por los transportistas por su baja calidad– sólo sirvió para beneficiar a los allegados de los gobernantes.
Panamá, que actualmente experimenta una transformación a ciudad moderna, con grandes y lujosos edificios, necesita el servicio de un transporte público que sirva para descongestionar nuestras calles y embellezca la ciudad; me refiero al tren ligero o al monorriel. Para no crear desempleo en el sector del transporte colectivo, pienso que se podrían contratar a los buseros responsables que se encarguen del traslado de los pasajeros hasta los puntos de partida de esos servicios de transporte.
Hemos escuchado que ambos proyectos podrían ser adquiridos sin costo o con muy poca erogación para el Estado panameño, porque las mismas empresas que los instalarían proporcionarían el financiamiento total o parcial para llevar a la realidad estos proyectos, que evitarían los continuos tranques que vivimos y que se incrementan por el alto consumo del combustible.
Desde finales del año de 1989, cuando fue presidente Guillermo Endara, él consciente del padecimiento de los usuarios y transeúntes y por los continuos accidentes, trató de tomar medidas enérgicas para mejorar este servicio, sin lograr mayores resultados. A pesar de los tímidos intentos que han hecho todos los gobiernos después de la dictadura, el esfuerzo ha sido en vano.
Vemos que el usuario continua afectado por un mal servicio, experimenta la grosería y el maltrato por parte de muchos de los que prestan el servicio de transporte, y que a los gobernantes les ha faltado carácter y decisión política para poner fin a este problema. Nuestro actual Presidente manifestó, tres días después del incendio del bus 8B-06, que iba a ordenar el transporte público en Panamá y aseguró: "ya lo verán", según información de un medio de comunicación escrito, pero a la fecha no se ha visto ningún resultado positivo.