La regionalización de la educación superior se plantea como una de las tendencias y realidades de la actualidad. Ese fenómeno de gran experiencia en América Latina, y de manera particular en Panamá, sustenta el carácter democrático de la educación superior, en tanto que diversos sectores de la población acceden a ese servicio, que tiene un carácter humano.
No cabe duda de que como bien público, tal como la concibió Carlos Tunnermann Bernheim, la universidad cumple un rol de combate a la pobreza. En las regiones en que tiene presencia su efecto es demoledor contra el atraso. Por ello, la universidad ha tenido un papel protagónico en el impulso del desarrollo.
Hoy, la Universidad de Panamá (UP) tiene presencia en todo el espacio geográfico nacional. Lleva luz donde hay penumbra. Ha sido consecuente con las aspiraciones regionales y les ha dado el recurso humano profesional que requieren. La propia institución universitaria, con una visión de avanzada, norma los estudios regionales y reconoce, por ejemplo, que los que se imparten en los Centros Regionales Universitarios (CRU) deben ser de igual calidad a los de la sede central. Hay un Consejo de CRU y los directores aparecen como autoridades principales, lo que lleva a asumir una gran responsabilidad en la conducción de las sedes regionales. Digamos que el director de un CRU es un elemento vital en su funcionamiento. Con un entendimiento cabal de su responsabilidad, ha de asumir su conducción en apego al espíritu de la institución universitaria y a las realidades de la región. Es un funcionario comprometido, sobre todo, si tiene claro que es posible revertir el retardo regional, si hay un efecto serio y determinante de la UP para el cambio transformador.
Pero, si la visión es contraria y el entendimiento de su papel se estrecha sobre la base del personalismo, autoritarismo, exclusión y confrontación es evidente que se malogra la función vital del CRU. Si no hay correspondencia con las políticas generales, si hay colisión con la aspiración consecuente y renovadora de la administración central, y si existe un entender que el CRU se realiza en la figura del director y nada más, estamos en presencia de una unidad académica que malogra su presente y su futuro.
La historia de los CRU expresa los esfuerzos de los hombres y mujeres que hicieron mucho para lograr estudios superiores regionales. Señala el extraordinario esfuerzo de la actual administración central por su operación, pero igual por tales anexos, con la claridad de que la UP es de la sociedad y que solo es posible el desarrollo regional si hay un CRU al servicio comunitario, y no de particulares.
