"La posible construcción de una carretera a través del tapón del Darién, sin dudas es un tema de tanta trascendencia para los panameños, que no debería ser decisión única del gobierno de turno. ¡Sólo la voz del soberano debe indicar el rumbo conveniente a obedecer por la vía de un referéndum cívico y democrático!
Señor presidente y amables lectores: Nuestro hermoso país se colombianiza a paso redoblado a consecuencia en parte, por nuestra indiferencia y además como consecuencia de nuestros ineficientes controles de emigración. Para constatarlo le sugiero solicite hoy a la Dirección de Migración, ¿cuántos ciudadanos colombianos residen en la actualidad en nuestro país, y de ellos cuántos indocumentados? Le sorprenderá recibir respuestas inconsistentes de aproximación y acertijos. Algunos panameños también preocupados por este tema nos hablan de 500 mil colombianos a nivel nacional conviviendo entre nosotros. Entonces, como van las cosas, podría suceder que al transcurrir los años, los panameños lleguemos a ser la minoría ante los colombianos en nuestra propia patria. Mientras este fenómeno trashumante avanza en el día a día hacia Panamá, con todo y secuelas de pobreza, violencia, promiscuidad, delincuencia despiadada y clima de inseguridad; los titulares nos sorprenden con noticias de derramamiento de sangre y atrocidades, que antes no se daban en nuestro medio.
En la otra vertiente del fenómeno de la "re-colombianización", es el resultado de los últimos 15 años, debido a que el Estado ha venido ejerciendo una política de migración débil y poco visionaria del peligro creciente, a consecuencia de extrema tolerancia migratoria. Con este frágil mecanismo y vulnerabilidad, capitales y negocios deslumbrantes algunos de dudosos orígenes encuentran refugio en nuestra capital, invitados o atraídos para que se instalen y desarrollen sin importar sacrificar y perturbar la paz social y seguridad cotidiana del pueblo panameño. Mientras, otros capitalistas colombianos asediados por la extorsión y permanente amenaza de secuestros en su propia patria, han encontrado un paraíso para sus activos e inversiones; seguridad personal y de sus familias. Sin embargo, muchos de estos magnates se las ingenian y logran traer junto a sus fortunas también sus propios empleados y trabajadores, luego entonces no generan suficientes empleos para los nuestros. Dicho diferente, son inversionistas que dinamizan nuestra economía, ¡es cierto!, pero de consecuencias sociales negativas, a la larga costosas y graves. Ante la realidad expuesta hasta aquí, surgen nubarrones que presagian tormentas peligrosas con el empecinamiento reiterado del presidente de Colombia Álvaro Uribe, en insistir en la autopista de 100 kms que devaste y atraviese los bosques del "tapón del Darién", más un "gaseoducto" (que no es más que un anzuelo para enganchar a nuestros gobernantes para que autoricen la carretera Uribe). Advierto que no habría manera de impedir que este gaseoducto sea saboteado por las FARC muy fácilmente, al menos que organicemos un "ejército especial para su custodia", cuyo elevado costo permanente tendríamos que incorporar al precio del gas. En otro enfoque y a futuro cuando ya sea ex presidente el señor Uribe, ¿qué nos garantiza que el precio del gas siga siendo atractivo para los panameños? Los panameños somos conscientes de que en algún momento tendremos que permitir esta carretera, empero, ¡el momento no es hoy! Nuestras prioridades son el desarrollo; hidroeléctricas; sistema interoceánico multimodal; ensanche del Canal; tecnificación del agro, etc. y no empeñar nuestros recursos de hoy en macro policía; ejércitos y guerras.
Tanta es la presión del presidente Uribe, que nos obliga a expresar sin ambages, que su proceder sacrifica el principio universal de ética diplomática y respeto a la autodeterminación de un Estado amigo y vecino. Al extremo que su actitud, ¡pensamos! sin querer, retrotraer episodios de nuestra otrora colonia del "Departamento de Panamá Colombiano" antes de 1903. De plegarnos a los planes de "expansión disimulada" guerrerista y electoral del presidente Uribe, con su maquinaria de guerra bien armada y lubricada financiada por el "Plan Colombia" y (EU), en el afán de persecución y exterminio de las FARC, de súbito no habrá fuerza humana que pueda impedir que los panameños y nuestro territorio se involucre y comprometa en el conflicto social histórico y guerra interna entre colombianos, ¡que no es nuestra ni la provocamos los panameños! De ser así como lo anhela el señor Uribe, en un santiamén resurgiría un nuevo ejército en nuestra República, seguro más pesado y costoso, por encima de la prohibición constitucional, porque así lo definirían y lo justificarían los políticos al mando del Estado,..."Por las necesidades del servicio y la "Fuerza de la Realidad". ¡Señor Presidente!, esta no sería una carretera cualquiera; sería igual a una renunciación, entrega, colonización súbita, depredación de sus recursos naturales y el imperio de la violencia en la provincia del Darién. "Es Uribe y su política o nuestro país". Bríndele la oportunidad a su pueblo a que se manifieste en el referéndum!.
El autor es ex comendante de la Guardia Nacional