Esta expresión, lanzada por un presentador de las noticias matutinas de TV, en virtud de la modalidad de promover, criminalmente y de manera pública, las peleas de perros, no solo alude a ese particular evento, sino que expresa una realidad evidente. La actual administración alcaldicia, sin rumbo, sin proyección y sin un claro entendimiento del papel, como autoridad máxima en el distrito, pareciera apostar por el caos y el desorden.
Es más, y con temor a la equivocación, da la impresión de que el catastrófico estado de cosas es sostenido, porque importa a los intereses políticos que siempre se presentan como panaceas. Resolver el problema es acabar con un elemento del discurso político-electoral, que siempre es engañoso.
En efecto, en esa provincia no hay autoridad. De manera que la “renovación urbana”, es como vestir con “ropa nueva” a un mendigo que usa ropa interior vieja y deteriorada. La imagen de la ciudad es ruinosa, achacosa, mal oliente, deteriorada y en crisis. Parece no existir la posibilidad de recuperación y, cada día, la situación se agrava con la aquiescencia y la inmovilidad de la primera autoridad del distrito. Atrás quedó el recuerdo de la ciudad mejor trazada de América, ordenada, limpia y reluciente.
¿Cómo explicar que toda la urbe se haya convertido en un lavadero de carros? Los propietarios de estos lugares, con la autorización de la autoridad, se han tomado las calles, y dan un espectáculo deprimente de tanques, agua, mangueras y lavadores. La basura ahoga las calles que, además, se han convertido en vertederos; los callejones, en receptáculos de bolsas hasta de excretas; los espacios baldíos son matorrales, y las aceras, puestos de venta de comida, barberías ambulantes, salones de belleza y talleres de mecánica. Las calles deterioradas son campos de juego, convertidas, además, en estacionamientos privados de mueblerías y muchos negocios, que se toman el derecho de uso privado, porque tributan al municipio. Los parques y bustos están desaliñados, y los conductores de autos particulares copian la modalidad de los conductores de transporte selectivo de estacionarse en cualquier lado.
Por una parte, hay una fuerte presencia extranjera que se adueña de ciertas áreas, controla el comercio, al por menor, y viola las disposiciones que regulan esta materia y, por la otra, las bandas delincuenciales controlan gran parte del territorio.
La descripción de la ciudad de Colón hoy es igual a la que hizo Eusebio A. Morales, a fine del siglo XIX. Transcurrido más de un año de gestión, la actual administración municipal de Colón ha fallado. Todavía no encuentra el camino y quizás no lo ubique, si persiste la desidia y la abulia.
