El Parque Nacional Darién es el más grande de Panamá y Centroamérica, con sus 579 mil hectáreas y debido a su alta importancia biológica, ha sido declarado por la Unesco como Patrimonio Mundial de la Humanidad y Reserva de la Biosfera del Mundo.
Hay quienes exigen la apertura de esta rica jungla tropical para permitir la continuidad de la carretera Panamericana y unir a todo el continente y, más reciente, por la interconexión eléctrica con Colombia. La importancia de ambas cosas no las desestimo, sin embargo, ninguna de ellas en mi opinión es más importante que las varias razones que hay para no permitir que se construya esa vía.
Como bien lo dijo una vez mi colega y amigo Rick Morales, abrir el tapón del Darién es como “cortarse y dejar que se infecte la herida”. Quienes sugieren hacer la carretera, dicen que así se controlarán las actividades ilegales y se protegería mejor el parque. No obstante, tenemos ejemplos de sobra para ver que esto no es cierto. Cada vez que se abre una vía en algún lugar remoto, o ni tanto, como si fuera un virus, comienzan las invasiones, el avance de la frontera agrícola, la caza de animales, la especulación y venta de tierras y demás actividades sin control que afectan nuestros recursos naturales.
También tenemos gran cantidad de muestras acerca de la debilidad que caracteriza a las autoridades gubernamentales a la hora de hacer cumplir los reglamentos para la protección del medio ambiente. Las leyes que de alguna manera salvaguardaban los recursos naturales se desatienden, o peor, se cambian para beneficio de unos pocos. Un buen ejemplo es lo que ocurre con la laguna de Matusagaratí, en Darién, que a pesar de ser considerada entre las mayores reservas hídricas de Panamá se está secando por el mal manejo y la introducción de agricultura descontrolada y no sostenible. En 10 años se ha reducido de 49 mil hectáreas a solo 10 mil. Por eso, me hace gracia lo que leí en un reciente artículo acerca de “destaponar el Darién”, pues el autor dice que “con un buen estudio de impacto ambiental” la carretera sería viable y todo sería mitigable. ¡Qué ingenuo!
Panamá está libre de la fiebre aftosa –no así Suramérica– y eso se lo debemos agradecer al “tapón del Darién”. Se trata de una enfermedad que afecta al ganado, y cuya principal preocupación radica en las enormes pérdidas económicas que causa a la economía de un país. Una vez se detecta, se producen inmediatas y prolongadas restricciones al comercio internacional de la carne de res.
De llegar la enfermedad a Panamá se producirían pérdidas millonarias en la industria ganadera. La aftosa se caracteriza por ser altamente contagiosa y mortal en el ganado. El bosque tropical denso del Darién que separa la frontera entre Panamá y Colombia es una barrera natural que impide que esa y otras enfermedades se propaguen.
Las reservas de la biosfera del mundo, como el Parque Nacional Darién, son lugares geográficos representativos de los diferentes hábitats del planeta, y abarcan ecosistemas terrestres y marítimos. Son sitios de suma importancia en cuanto a su biodiversidad de fauna y flora, ya que muchas de las especies que allí habitan se consideran endémicas. Darién tiene siete especies de mamíferos y cinco de aves dentro de esa categoría, lo que significa que no se encuentran en ningún otro lugar del planeta.
Hay cerca de 55 especies en peligro de extinción en el resto del continente que, en cambio, se reproducen de manera estable en Darién. Entre ellas, el águila harpía, cuyo mayor número de ejemplares se ubica ahí. Otras son el mono araña de cabeza chocolate, el hormiguero gigante y cinco tipos de felinos: el jaguar, el manigordo, el puma, el tigrillo y el tigrillo congo. Debemos sentir orgullo porque Darién se considera como una “reserva de la biosfera en el mundo”, y velar por el bienestar y futuro de estas especies.
El proceso evolutivo e intercambio biológico y la contención de algunas enfermedades son consecuencias de que Darién ha sido poco intervenido. Allí durante cientos de años los pueblos originarios vivieron en armonía y de manera sostenible, tomando lo necesario de la tierra, sin acabarla.
Actualmente el mundo experimenta problemas de salud y epidemias, escasez de agua, contaminación y extinción de especies. Hay que buscar alternativas menos dañinas. En vez de la interconexión con Colombia, preferir la energía solar, eólica o la que se produce a partir de un recurso que abunda aquí: la basura. En Noruega, por ejemplo, se aprovechan los desechos con este fin (cuatro toneladas de residuos tienen la misma energía que una tonelada de combustible).