Contabilidad escandalosa… ¿ahora en el gobierno?

Quiebras muy sonadas como Enron, Worldcom, Parmalat, Merck, a nivel internacional, y Adelag, Banco Disa y Fotokina a nivel local, nos hacen

reflexionar seriamente sobre el impacto a nivel empresarial de la tristemente célebre “contabilidad creativa”, también conocida como “maquillaje de estados financieros”. Soy de la opinión que la contabilidad, para aquellos que no son contadores públicos autorizados, es fácilmente comparable al Reglamento de Tránsito, que es bastante uniforme y estandarizado en todos los países, al punto que un estadounidense puede obtener fácilmente un permiso de manejo en Panamá con solo presentar su licencia de conducir de su estado de procedencia, por ejemplo.

Siendo así las cosas, no es aceptable que el contralor Alvin Weeden haya manifestado, al referirse a la metodología gubernamental para registrar ingresos y gastos, que “cada maestro con su librito” (cito al diario La Prensa del día 10 de septiembre de 2004). La contabilidad en general, incluyendo la gubernamental, no puede estar sujeta a los vaivenes políticos de un gobierno saliente que pregonara a tambor batiente que entregaba finanzas sanas y estables, para que luego esto fuera desmentido de forma categórica por el gobierno entrante.

Pregunto al Contralor que, dicho sea de paso, ocupa el puesto más importante a nivel público que jamás pueda ocupar un profesional de la contabilidad, ¿no es usted también garante de que la contabilidad gubernamental sea ortodoxa, transparente, y basada en el método del devengado para los gastos y del recibido para los ingresos? ¿Cómo piensa usted que nos mirarán las calificadoras de riesgo, los inversionistas y los demás gobiernos, cuando admitimos que tenemos un problema de contabilidad de ingresos y gastos que afecta las estimaciones del déficit fiscal, violando así la Ley de Responsabilidad Fiscal y poniendo en peligro los futuros desembolsos de nuestros acreedores a nivel estatal?

Mi mensaje ahora es para el presidente, Martín Torrijos, a quien le pido muy encarecidamente que tenga cuidado de a quién designa para Contralor a partir de enero de 2005. Es imprescindible evitar un nombramiento político, y lo ideal es que esté alejado del nepotismo. Esto que sucede nos debe hacer intensificar el ojo crítico con el cual miramos las finanzas públicas, evitando al máximo los “números artificialmente bonitos” y aceptando con humildad e hidalguía cuando las cosas no vayan tan bien como se proyectó. La situación existente en el erario público es bochornosa para nosotros los panameños, teniendo que abocarnos ahora a una moratoria de la Ley de Responsabilidad Fiscal y así afrontar valientemente el déficit que ronda el 6% del PIB.

Por último, no olvidemos que parte del déficit fiscal lo producen no solamente unos números maquillados, sino que, aunque la contabilidad sea ortodoxa, si tenemos una planilla abultada y una baja recaudación, entre otros males, pues ni el médico chino podrá evitar que los números salgan en rojo. Hay que “reformar la reforma” tributaria, erradicar las botellas y perseguir a los evasores de impuestos hasta que tributen lo justo.

El autor es contador público autorizado y MBA en finanzas


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