Bill Gates ofreció una entrevista a un medio noticioso hispano sobre el futuro de la informática, relacionada con su empresa Microsoft que marca las pautas en este tipo de negocios. Al escuchar esa entrevista se percibe cómo alguien lidera una empresa. Las sociedades debemos “acostumbrarnos” a su liderazgo para estar conectados a ese mundo. Tomando ese modelo en nuestro país, nos damos cuenta del sistema tradicional de nuestra administración y el poco avance que tenemos en muchas materias, sobre todo, por las actitudes y el comportamiento egoísta y de oportunistas existentes, que se supone deben trabajar para que nuestro país sea mejor. ¿Se actualizarán nuestros gobernantes? ¿Tendrán una visión a largo plazo? ¿Seguiremos con la misma vaina?
Entre tantos ejemplos nos preguntamos ¿cómo la Asamblea Nacional –con su deuda a la CSS, que le descuenta a sus empleados y retrasa sus pagos– ofreció dar 50 millones a una obra (autopista Panamá-Colón) cuestionada por la Contraloría en su manejo y en un fin de semana, sin saber, si hubo muñequeo o si se aclararon las cuentas? ¿Interesaba el pago para terminar “a tiempo” (antes de las elecciones), apoyar a un copartidario o que cobrara alguien? No quedan claras estas dudas.
La Asamblea Nacional en su historial tiene escándalos como: el Cemis, los “goles” y madrugonazos que se acostumbra dar en carnavales o días feriados, las exoneraciones y privilegios controversiales, entre otros. Ser diputado parece ser el puesto de elección favorito para la farándula y personas sin trayectoria política que ignoran si su labor es presentar leyes o hacer lo acostumbrado y cobrar el cheque entero con todas las extras, aun faltando. ¿Cómo podemos confiar que producirán las leyes que necesitamos los panameños? ¿O están solo para resolver otros intereses?
La Corte Suprema no se queda atrás con sus famosos fallos tardíos que siempre son noticia, sin contar la forma manipulada en que son elegidos estos magistrados, originarios de partidos políticos o algo parecido, quienes también utilizan vehículos de 55 mil dólares pagados por la institución, mientras su credibilidad se mantiene en el piso. En todo lo anterior hay excepciones pero, lamentablemente, son pocas.
Estas situaciones las vivimos desde hace décadas, por eso, es hora de que la ciudadanía pida cambios, tanto en la forma de elegir los magistrados de la Corte, como el tiempo de re-elección de los diputados. La transparencia en los asuntos públicos se fue para Barranquilla, porque continúa borrosa o mejor dicho, no está clara.
Hay noticias crueles como la de un niño que murió por las lombrices en un área del interior. No comprendemos por qué ocurren estas injusticias en un país en que los políticos solo trabajan para intereses particulares. Si nuestra percepción está lejos de estos puntos, dejemos todo igual y no se hagan cambios, pero si estamos cerca de nuestra percepción, nuestra democracia está en riesgo.
Hagamos cambios verdaderos y escojamos a ciudadanos que representen los intereses de su gente o aparecerá un Chávez que venderá su propuesta como lo mejor.
Es preocupante lo que dice el sociólogo Alfonso Zárate, quien afirma que el 53% de los latinoamericanos está “dispuesto a ser gobernado por un régimen autoritario, con tal que le resuelva sus necesidades”.
