APÓSTOLES DEL ‘ JUEGA VIVO’

Dios es panameño

La situación de la gripe demanda alerta sanitaria para concienciar en prevención, conseguir recursos y pagar turnos extra. Ante la disyuntiva ministerial, alguien exclamó: “tranquilos, Dios es panameño”. Respuesta folclórica. Este estribillo popular obedece a la supuesta ausencia de desastres naturales, guerrillas, terrorismos y hambrunas.

La expresión es una trivialidad típica del carácter del istmeño, ya que numerosas calamidades ocurren intermitentemente. La inseguridad está en aumento, los indígenas se mueren por desnutrición e infecciones prevenibles, asegurados son intoxicados por líquido de radiador y enfermedades como dengue, virus hanta, tuberculosis, malaria, sida, sífilis, encefalitis e influenza nos azotan cotidianamente.

El dicho también se pronuncia cuando se salva “milagrosamente” un compatriota en algún accidente, aunque haya perecido el resto. Los infortunados, supongo, carecían de los privilegios divinos que poseía ese único rescatado. La frase activó mi imaginación. Me imaginé la posible personalidad de una deidad con nacionalidad panameña.

En Panamá converge un crisol de razas que dificulta esbozar un prototipo definido. El habitante metropolitano exhibe una forma de ser propiciada por el determinismo geográfico. La cultura de la “interoceanidad” ha dejado una impronta comercial, pragmática y cosmopolita al paisano que trabaja en las laderas del Canal.

Además, a una nación tutelada secuencialmente por España, Colombia y EU le cuesta tener identidad propia. Tenemos un país geográficamente centroamericano, históricamente suramericano y culturalmente caribeño. Estudios revelan raíces indígenas, africanas y europeas en proporciones similares, condimentadas con mezclas asiáticas, provocando fenotipos con ilimitadas permutaciones.

Diría, como promedio, que somos perezosos, acomodaticios, clientelistas, supersticiosos, habladores, gritones, peleones, parranderos, confianzudos, impuntuales y superficiales. Todo lo dejamos para el último día, odiamos formar filas, bloqueamos a vehículos en una intersección y metemos el coche por la acera para “ir por fuera”. Utilizamos el doble sentido erótico en cualquier conversación coloquial. Piropeamos a todo trasero que pasea frente a nuestras lujuriosas pupilas. Tiramos basura en la calle. No solemos ser amables en puestos públicos. Somos gente cálida, servicial y pacífica en situaciones no estresantes pero apóstoles del “juega vivo” ante cualquier oportunidad.

Pese al pluralismo, la colectividad es conservadora en temas espirituales y machista en asuntos de género. La hipocresía se exhibe a diario. Los caballeros exploran páginas pornográficas, compran sildenafil para mejorar su hombría y practican la promiscuidad como deporte. Las damas disfrutan novelas y bochinches.

Las elitistas esclavizan a empleadas domésticas, imploran a virgencitas que sus maridos no pongan cuernos, chismorrean en clubes exclusivos y debaten sobre modas en centros del jet set. Asisten a misa para fisgonear la vestimenta y pareja actual de su vecina, lavar clasistas conciencias o exhibir su inmaculada figura ante una sociedad de farándula.

A mi juicio, un “pana” celestial redactaría los siguientes 10 mandamientos. Tendría que entregarlos a Transparencia Internacional. No a la Asamblea, porque las coimas inducirían modificaciones. No a la CSJ, porque los magistrados los aplicarían a personas comunes, nunca a poderosos.

I. Me amarás a mí sobre todas las cosas, pero sin pedidos excesivos. No me acoses. Déjame vivir.

II. No tomarás mi nombre en vano. Si te equivocas, es tu culpa. Di libre albedrío para resguardar mi reputación de tus atorrancias.

III. Santificarás las fiestas los fines de semana. El “pindín” será la música oficial en ceremonias religiosas. No te castigaré si faltas o llegas “engomado” al trabajo los lunes.

IV. Honrarás a tu padre y madre, si es que los tienes y no eres producto ilegítimo de una “ponchera” alcohólica.

V. No matarás. Si lo haces, búscate un abogado presto a declararte inocente. Hay muchos que prefieren dinero sucio a país limpio.

VI. No cometerás actos impuros, lo que esto signifique. Te encontraré, aun en prostíbulos clandestinos. Puedes portar armas para defensa propia, pero no condones para protección individual.

VII. No robarás de forma descarada. Sé discreto. Ingresa en un partido político para quedar impune. Si mencionas mi nombre o enseñas una estampita santa, creerán tu inocencia.

VIII. No dirás falsos testimonios ni mentirás. Te perdonaré si pones cara de lástima y asistes a procesiones para venerarme. Deberás rezar el Padre Nuestro mil veces como penitencia.

IX. No consentirás que la mujer tenga pensamientos ni deseos por el hombre de su prójima. Para salvar el matrimonio, tolerarás la infidelidad del varón, cuántas veces sea necesario.

X. No codiciarás los bienes ajenos. Exhibe los tuyos aunque quedes sin dinero para alimentar y educar a tus hijos. Si Dios fuera panameño, la humanidad entera sería atea. Sueño con eso.


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