En noviembre de 2014, el Informe de la Alta Comisión de Empleo advirtió de la grave desarticulación existente entre el sector productivo y un sistema educativo que no genera las competencias que el primero requiere, recalcando que “este desajuste en el sistema de desarrollo de las competencias para el trabajo y para la vida es un desafío que obstaculiza la estrategia de crecimiento económico inclusivo a la que aspira Panamá”. Señalando, además, las “políticas públicas desconectadas y/o erráticas” y la “escasa coordinación Estado-educación-empresa” entre las áreas a mejorar.
El divorcio entre el sector educativo y productivo afecta principalmente a los jóvenes. Entre 2005 y 2008, el empleo juvenil creció de manera cónsona con la expansión del empleo en la economía (12%). La población estudiantil en el segmento de edades entre los 15 y 19 años aumentó en 3 mil 193 estudiantes, mientras que los empleos para jóvenes de entre 20 y 24 años se incrementaron en 13 mil 306 plazas, lo que planteó perspectivas favorables para los que buscaban trabajo.
Pero entre 2009 y 2015, el empleo adulto creció 34 puntos y el juvenil solo 3. Los jóvenes solo ocuparon 1 de cada 16 nuevos empleos generados por la economía (versus 1 de cada 4 en 2005). El acelerado crecimiento económico agravó las deficiencias estructurales de alineamiento entre la oferta educativa y las exigencias de un cambiante entorno laboral.
Este lapso puede dividirse en dos etapas. Al hacer la comparación del período 2012-2015 y 2009-2012, se concluye que el promedio de contratación de profesionales universitarios pasó de 34 mil 661 anuales a 13 mil 390, un 62% de reducción en tres años. La proporción de empleo informal, como porcentaje de la expansión del empleo, pasó del 2% al 48%, y el promedio de edad en los nuevos empleos fue de entre 42 y 55 años. Sin embargo, el número de graduados en las universidades creció de 22 mil 786 en 2012 a 30 mil 716 en 2014, es decir, un 35% de aumento en dos años. De igual manera, entre 2009 y 2015 la población estudiantil de entre 15 y 19 años aumentó en 76 mil 919 estudiantes (+55%), para ubicarse hoy en 215 mil 518 alumnos.
La mayoría son jóvenes humildes que intentarán buscar trabajo cuando completen su educación media. Sin embargo, los empleos para personas de entre 20 y 24 años disminuyeron en 3 mil 169 plazas entre 2009 y 2015, por lo que es previsible que su búsqueda sea infructuosa. Este escenario crea condiciones para el agravamiento de la exclusión juvenil del ámbito laboral; el aumento de la informalidad; escalamiento de la espiral delictiva y aleja aún más las probabilidades de reinserción de jóvenes en conflicto con la ley. Es preciso incentivar la educación pertinente, la formación técnica y vocacional de rápida inserción, la creación de empleo juvenil sostenible, el fortalecimiento de competencias blandas, el emprendimiento y reactivar el modelo de formación dual, para que los jóvenes ganen experiencia mientras estudian y, por último, alinear la oferta educativa a las necesidades reales del mercado laboral. Solo con una educación pertinente lograremos crecimiento económico con desarrollo social a través del empleo.
