Para gobernar con goce de las plenas facultades encefálicas, lo primero es saber escuchar y buscar buen y abundante consejo. La responsabilidad intrínseca del cargo para el cual usted ha sido electo, conduciendo los destinos de 3 millones de almas, es enorme. Evítese problemas desde ahora por estar cargando lastres y rodéese de gente realmente competente y que le diga la verdad, ante todo. También, pídale silencio a algunos de sus copartidarios, que siguen atizando la crispación en los medios de comunicación. No le están ayudando en nada con esas actitudes, que son interpretadas muy mal por la ciudadanía.
Para administrar con conciencia hace falta que usted asuma consistentemente sus promesas, especialmente aquellas a los más humildes de este país. No se deje secuestrar por sus allegados. Mantenga un contacto amplio, desde ahora, con toda la gente que Ud. va a gobernar. Así como supo irse a caminar todo el país buscando el voto, usted no puede dejar de consultar, privada o públicamente, la opinión tanto de sus seguidores como de sus adversarios (más de la otra mitad del país, que usted no puede obviar). Usted ahora es el Presidente de todos los panameños y no solo de los perredé, no lo olvide.
Muchos pensamos que debería sentarse con el Foro 2020 a dialogar directamente, toda una semana si es necesario, para escuchar lo que el conjunto de la sociedad civil propone y demanda, especialmente en cuanto a dos o tres asuntos capitales: el clamor por una nueva Constitución, la crisis de la CSS y el futuro del Canal. Lo mismo con la Conferencia Episcopal Panameña, con los sindicatos, con los gremios científicos y profesionales, con los estudiantes y docentes, etc. No solo para oír reclamos, sino para pedir ideas, para involucrarlos en la búsqueda de soluciones. Estos meses de la transición son valiosísimos. No los desperdicie.
El articulista español Pablo Castellano, en su trabajo "El arte de formar gobierno" (La Razón, Madrid, 4 de abril de 2004) escribía que: "... La regla general y lógica, si es que la política tiene lógica, debía ser la de escoger a los más capacitados, identificados con el programa, leales para con el presidente, sin ambiciones de sucesión y no hipotecados por algún lobby que trate de aprovechar para hincharse a ganar dinero con eso del tráfico de influencias, la información privilegiada, el cohecho y el mangoneo...". Ojo con este mal atávico, que tanto nos ha fastidiado como país.
Las malas artes de la política criolla y de nuestro tercermundismo mental, casi siempre terminan trastocando y desvirtuando las buenas intenciones, hasta el nivel de una fea y grotesca caricatura. Y mucho de ello se debe al vicio del autoendiosamiento y de la cepillonería, a la arrogancia y al mareo de poder, a la sustitución del diálogo por el monólogo. Ojalá que Martín Torrijos se vacune preventivamente contra estas plagas, que entienda su lugar y su momento, y que actúe en consecuencia. De ahora al 1 de septiembre, sus actos nos dirán cuál es el camino que ha escogido para ejercer su liderazgo y, de allí, inferiremos los ciudadanos todos si estará o no a la altura de su circunstancia y de sus enormes compromisos, para este duro quinquenio que se avecina. Sr. Torrijos: los ojos de todo Panamá están sobre usted.