Se acerca la conclusión del ejercicio ciudadano para definir una Estrategia Nacional por medio de la Concertación. Debemos resaltar el mérito y alcance de ese trabajo, coordinado por el PNUD, y estimular a todas las fuerzas vivas de la nación, incluidos los partidos políticos, a ponderarlo y a usarlo como guía esencial para hacer planes y programas y definir políticas públicas. El valor de definir la estrategia está precisamente, en divulgarla, adoptarla como brújula guía y realizarla, adaptándola a circunstancias cambiantes sin perder la orientación y objetivos fundamentales.
Conviene recordar la experiencia de la Estrategia para el Desarrollo Nacional: 1970-80. La preparamos en Planificación de la Presidencia un grupo de profesionales jóvenes e idealistas con fe en el potencial del país en ese momento. Basada en un diagnóstico histórico y de los recursos y oportunidades reales de Panamá, fue ampliamente consultada dentro y fuera del sector público con los sectores de la vida nacional e incluyó muchas recomendaciones así recogidas. Definió objetivos muy amplios, de fácil aceptación y de largo alcance, que todavía son válidos en una realidad diferente a la de entonces y que son similares a los que define la Concertación ahora. Hubo continuidad de trabajo para realizarla, aspecto básico que hay que enfatizar hoy. Contó con el apoyo del Gobierno Nacional y de amplios sectores ciudadanos, a pesar de las diferencias políticas del momento y muchos de sus componentes se convirtieron en políticas de Estado. Buena parte de sus planteamientos se realizaron entonces, otros mucho después y no fue la única estrategia en esa década, aunque fue la principal.
Sus objetivos fundamentales eran: crecimiento económico sostenido con énfasis en exportaciones; integración social con desarrollo humano; integración nacional regional; desarrollo y modernización institucional; y desarrollo cultural, elaborados en cada caso con programas y proyectos concretos. Cinco grandes objetivos, de fácil aceptación por su alcance, que se encuentran también en la Concertación de hoy y en el plan del Gobierno Nacional y probablemente en la plataforma de partidos de oposición, objetivos que se enfocan e instrumentan hoy para una realidad más evolucionada y diferente pero aún llena de carencias insatisfechas.
Esa estrategia sirvió al Gobierno para realizar muchas prioridades, por ejemplo, el Tratado del Canal (objetivo permanente de toda estrategia panameña hasta entonces), la creación del Centro Bancario, la expansión de la Zona Libre a France Field, el nuevo aeropuerto de Tocumen, el oleoducto transístmico, las hidroeléctricas y la integración eléctrica nacional, el puerto pesquero de Vacamonte, infraestructura inicial de turismo como Atlapa, miles de kilómetros de carreteras de penetración, telefonía urbana y rural, la expansión de servicios de salud y de agua potable, alcantarillados ("salud igual para todos" del Dr. Esquivel), la educación, sobre todo la rural y viviendas populares. La mortalidad infantil bajo a la mitad y la alfabetización subió 9 puntos, la matricula secundaria se duplicó. Otros proyectos allí delineados, como los puertos de contenedores, las agroexportaciones no tradicionales, el turismo en diversos polos, minas de exportación, la apertura comercial del país, la carretera Panamá-Colón, el fortalecimiento municipal y los servicios al tráfico del canal tuvieron que esperar hasta la década de los noventa y años recientes para su realización.
La estrategia tenía explícita una orientación hacia la apertura del comercio exterior, el aprovechamiento pleno de la posición geográfica y la economía de servicios de exportación, en una época en que el énfasis era la economía de bienes para el mercado local. Tenía también una orientación hacia el desarrollo del capital humano como base de igualdad de oportunidades cuando la óptica entonces era buscar soluciones clientelistas de grupos. Esa experiencia nos informa que tales ejercicios son valiosos y constructivos. Las estrategias no solo definen un camino y dirección, sirven para enfocar la atención en la realización de múltiples programas, proyectos y políticas concretos con resultados significativos y de largo alcance. Los resultados obtenidos contribuyen a ampliar el apoyo ciudadano a objetivos y metas deseables y alcanzables y aportan a la realización de otras oportunidades que surgen con la nueva realidad. Con frecuencia, a afianzar políticas de Estado que mantienen la importante continuidad de esfuerzo para obtener logros que la experiencia demuestra que son positivos.
Aunque gobiernos posteriores definieron estrategias a seguir durante su mandato, no ha sido fácil introducir una óptica de estrategias de largo plazo en un país de poca población en donde la operatividad diaria sofoca visiones globales de más largo alcance. Por necesidad los negocios operan en mercados cambiantes en el corto plazo y los partidos políticos, en un ambiente clientelista de sectores y grupos también con ópticas de corto plazo. Pero necesitamos evolucionar hacia la combinación de ópticas de corto y largo plazo, de aspectos globales nacionales y de particulares, de comunidades, sectores y regiones, y de la adecuada complementación pública y privada.
La estrategia producto de la concertación abre la oportunidad para lograr un mayor consenso sobre temas nacionales fundamentales. Esto permitiría el fortalecimiento de la democracia, una mayor continuidad en las políticas y programas para el desarrollo y un mayor aprovechamiento de las excelentes oportunidades de desarrollo integral que tiene el país en los próximos 20 años con participación de todos, incluso de los pobres y marginados. Sugiero darle toda la atención que amerita.