La derrota de nuestro seleccionado mayor no me parece la peor noticia nacional de esta semana, sino los resultados del Segundo Estudio Regional Comparativo y Explicativo (Serce). Este estudio, auspiciado por la Unesco, nos muestra las serias deficiencias de nuestros alumnos en materias claves como matemáticas, ciencias y lectura. En términos generales, los datos nos ubican por debajo del promedio latinoamericano.
Al otro lado del mundo –también con eliminatorias futboleras en la Eurocopa– se presentaba hace algunos meses el informe PISA (Programme for International Student Assessment) que se ha convertido en la principal obra de referencia sobre calidad de enseñanza en el mundo, y nos permite comparaciones internacionales que dan pistas sobre qué funciona y qué no funciona en educación.
Una primera conclusión llama poderosamente la atención: el dinero no es decisivo. El propio Ministro de Educación se ha mostrado perplejo ante los resultados del Serce, pues contrastan con las generosas partidas presupuestarias del sistema educativo panameño.
El informe PISA muestra que Australia ha triplicado el gasto por alumno desde 1970 y no consigue alcanzar a Singapur en calidad de enseñanza, que gasta menos que la mayoría de los países. Estados Unidos está en el tercio inferior de la clasificación pese a que desde 1980 casi ha doblado el gasto por alumno y ha bajado el número de alumnos por profesor a un mínimo histórico. En cambio, Corea del Sur está entre los cuatro primeros países en todas las pruebas, pese a unas aulas muy llenas, es decir, con relativo bajo costo por alumno. Los estudiantes finlandeses son los primeros en lectura y en ciencias, y los segundos en matemáticas, con menos horas de clase que sus coetáneos de otros países.
¿Cuáles son entonces los factores decisivos para la calidad de la enseñanza? El informe PISA concluye que los rasgos comunes a los países que encabezan la tabla (Hong Kong, Finlandia, Corea del Sur, Japón y Canadá) son estos tres: contratan a los mejores profesores, les forman cuidadosamente e intervienen con decisión cuando los resultados de los alumnos empiezan a bajar.
Los profesores son la clave. En palabras de un funcionario coreano “La calidad de un sistema educativo es la misma que la de sus profesores”. Estudios hechos en Estados Unidos muestran que son los profesores más calificados los que logran mejores resultados en sus alumnos.
En Latinoamérica –incluido Panamá– los profesores no cuentan por lo general con estudios superiores, sino con formación en escuelas normales a nivel de estudios secundarios. En cambio, Corea del Sur recluta a los profesores de primaria del 5% de los mejores graduados, y Singapur y Hong Kong, del 30% mejor.
La selección de los profesores no se puede hacer de cualquier manera. Muchos países forman gran número de candidatos, y luego hacen una criba. Los países con mejores resultados siguen otro sistema: limitan las plazas en las escuelas de magisterio a la demanda real de profesores, y gastan mucho más en la formación de los que ingresan. Así ocurre en Finlandia, Singapur y Corea del Sur, donde los profesores deben prepararse durante cuatro años en alguna de las 12 universidades con facultad de educación. La lección es clara: si queremos una educación de calidad, los profesores deben ser un grupo selecto, de lo mejor con que cuenta el país, además de recibir una óptima y permanente formación, teórica y práctica.
Ministros de Educación hemos visto tantos como entrenadores de nuestra selección nacional en los últimos años. Confiamos en que las altas credenciales y profesionalismo del actual jefe de esa cartera sean garantía para dar al menos los primeros pasos para mejorar a fondo la calidad de nuestro profesorado. En este tema no podemos darnos el lujo de esperar cuatro años más.
El autor es administrador de empresas
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