REFLEXIÓN

¿Ganaste?¿Sabes qué?, perdiste

“La mujer bonita es como el camarón, elegante al caminar, de carne muy preciada, pero tiene la cabeza llena de humo”. “No hay mal que por bien no venga”. “Dios le da barba al que no tiene quijada”. Estas expresiones, y otras que el lector recordará, tienen un denominador común: cuando se gana algo, algo más se pierde.

La primera frase se evidencia en aquellos certámenes de belleza, donde algunas concursantes han demostrado que no son más que una cara bonita; la segunda se aprecia cuando aprendemos de una mala experiencia y la tercera la usamos al observar cómo una persona con alguna discapacidad logra superarse. Adicionalmente, todos sabemos lo caro que ha pagado Estados Unidos por ser la Nación más poderosa del mundo.

¿Será que nunca ganamos o perdemos? En verdad ese no es el mensaje. Pierde aquella mujer hermosa que “pone todos los huevos en una canasta”, al pensar que tiene el mundo a sus pies por tener una cara bonita. Gana aquel que ante la adversidad se hace más fuerte.

La situación se agrava cuando lo que se gana es excesivo y repentino, como lo que usualmente le ocurre a aquellas personas que de pronto se han vuelto millonarias o famosas. De todos son bien conocidos los múltiples casos en que personas “agraciadas” con una u otra dicha terminan con la vida destruida, por no saber manejarla. Me reservo algunos nombres.

Imagínese que usted de pronto se gana 100 millones de balboas. Sus problemas comienzan de inmediato al tener que decidir si invierte el dinero o simplemente lo coloca en un banco. Si lo invierte tendría que buscar a alguien de confianza y que sepa cómo cuidar su inversión. ¿Lo tiene? Si opta por depositarlo en un banco pensaría en un banco que esté libre de esa quiebra que ocurre a diario. ¿Sabe cuál?

Además, tendría que hacer de su casa una fortaleza, contratar guardaespaldas para sus hijos y en última instancia podría decidir dejar todo el ambiente donde creció para mudarse a otro lugar o país.

Lo irónico es que si usted decide regalar el dinero por las consecuencias que éste le acarrearía, medio mundo lo llamaría estúpido. “De todas maneras la carabela es ñata”, ¿verdad?

Cuando era estudiante admiraba a aquellos compañeros de clases que eran sobresalientes, pero en realidad me alegro de no ser un genio en química, porque seguramente algo muy valioso habría perdido por ello. Me agradan las manifestaciones a favor de algunos lectores sobre mis artículos, pero no me gustaría ser un escritor famoso.

Mi personalidad tampoco me permitirá ingresar a la política, por lo que también estoy vedado al poder, lo cual no me preocupa, porque ya alguien dijo, posiblemente por experiencia personal, que “el poder embrutece”.

Algunos me criticarán por temerle a la fama, la riqueza y el poder y lo entiendo, pero me siento muy bien como estoy y no quisiera perderlo.

Pareciera, entonces, que la ley de acción y reacción en todo momento se aplica, con una aparente búsqueda de un equilibrio, pero en realidad no lo es del todo así; porque si así fuera el mundo no evolucionaría.

Esa evolución sólo será positiva si somos capaces de evaluar las consecuencias de lo que supuestamente se gana y de aprovechar la experiencia de lo perdido.


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