Los cambios recientes en la ortografía del lenguaje guna, dulegaya, sobre todo por el cambio del nombre kuna a guna, han creado mucha confusión. En los últimos tiempos he escuchado a amigos tratando de pronunciar el nuevo nombre como si tuvieran un terrible catarro o hicieran gárgaras con enjuague bucal. Pero en realidad el único cambio que se ha producido solo afecta la ortografía: el lenguaje en sí y su pronunciación no han cambiado en lo mínimo.
Es importante hacer algunas consideraciones al respecto. En primer lugar, el dulegaya no es un dialecto, es decir, una variante de otro lenguaje, sino un idioma completo, por derecho propio, con una gramática tan lógica y rigurosa como la de cualquier lengua europea.
Segundo, en cualquier lenguaje las letras escritas no son en sí los sonidos del lenguaje, ni tienen una relación de uno a uno con esos sonidos. Son signos que representan esos sonidos a menudo de forma muy imperfecta. En el caso del inglés escrito, el mismo sonido de una vocal se puede escribir como oo, ue, wo, ough, ew, y en una palabra, incluso como ioux. Sin importar qué letras son utilizadas, el sonido de la vocal no cambia. Incluso en el caso del español escrito, con un sistema más lógico y consistente, algunos sonidos tienen múltiples ortografías: LL o Y, B o V, C, Q, o K.
Tercero, aunque muchas lenguas utilizan el alfabeto latino, sus letras pueden representar sonidos muy distintos en diferentes idiomas. Por ejemplo, cuando los angloparlantes aprenden el español deben tratar de pronunciar las palabras que comienzan con la P, como Panamá, sin la aspiración que se requiere en inglés para la P inicial, como en pork o pickle. De igual manera, la B en dulegaya no se pronuncia de la misma forma que la B en español.
Cuarto, en todos los idiomas el mismo sonido puede ser pronunciado de distintas maneras en diferentes posiciones en una palabra. El sonido representado por una V o B en español es pronunciado de una manera diferente en “vamos” o “Velásquez” que en “cabe” o “llover”.
A un comité de académicos gunas se le encomendó la difícil tarea de establecer una ortografía oficial para su lengua, con el fin de utilizarla en un programa de educación bilingüe. Por suerte, no tuvieron que lidiar con grandes diferencias entre los dialectos locales de su idioma, ni con conflictos entre diferentes escuelas lingüísticas, como ha sucedido en otros países. En cambio, sí tuvieron que batallar para representar seis sonidos problemáticos, del tipo que los lingüistas denominan oclusiones. Estas caen en dos categorías: tres sonidos individuales, ahora escritos como G, B, D; y tres sonidos dobles, ahora escritos como GG, BB y DD. Cuando los sonidos individuales aparecen entre vocales, como en “abe”, “querer”, son altamente sonoros, es decir, las cuerdas vocales vibran al momento de pronunciarlos, como sucede con palabras como “beso” o “burro”. Pero en otras posiciones en una palabra guna, el mismo sonido individual puede ser sordo o parcialmente sonoro, es decir, que las cuerdas vocales vibran poco o nada (así como en una palabra española como “peso” o “puerco”). Los que hablan el guna saben instintivamente cuando un sonido debe ser sonoro o sordo, pero los forasteros pueden oírlo como diferentes sonidos.
Para complicar las cosas aún más, cuando los sonidos individuales se juntan, forman sonidos dobles, los que nunca son sonoros. De manera que gabe, “dormir” y “bie”, “querer hacer algo”, forman gabbie “quiero dormir”. Dado que los sonidos dobles son siempre sordos y los sonidos individuales a veces lo son, en el pasado ambos fueron a menudo escritos con las letras P, T, K, Q y C, lo cual confunde sonidos que en realidad son distintos en términos lingüísticos. El nombre de una isla, por ejemplo, es Tupile, aunque la T es en realidad un sonido individual y la P uno doble. Al luchar con estos problemas, el comité llegó a un sistema que se esperaba ayudaría a los niños gunas a aprender a leer y escribir su idioma. En el nuevo sistema, las letras K, P, y T no se usan para nada; en cambio, los sonidos individuales y dobles quedan representados como G, GG, B, BB, D, y DD. Bajo este nuevo sistema, el nombre de la isla se escribiría Dubbile y el nombre del pueblo es guna.
Queda por verse si el nuevo sistema beneficiará a los escolares. Lo cierto es que no ayudará a los no indígenas a pronunciar los nombres gunas, algo que no era el objetivo. Mi consejo es que no se preocupe mucho. De cualquier forma que usted pronuncie estas palabras, los parlantes del dulegaya, que en su mayoría hablan el español con fluidez, lo entenderán. Y si no le acaba de gustar el nombre guna, llámelos dules, que es cómo ellos se autodenominan.