Afortunadamente, nunca he dependido de nadie. Todo lo alcanzado se debe a esfuerzo familiar y personal. No soy afín a gobierno alguno, no pertenezco a partidos o gremios, no deseo cargos públicos, tampoco busco popularidad. Procedo de progenitores honestos y trabajadores, ni ricos ni pobres. He socializado con gente muy humilde y muy pudiente. Soy extremadamente sensible a los sufrimientos de cualquier ser humano, independientemente de su estrato social o económico. Mis opiniones, por tanto, no están contaminadas por intereses sectarios o particulares. Soy alérgico a políticos de oficio, sindicalistas, gremialistas, vagos e hipócritas. La mayoría comparte rasgos sicopatológicos.
Los temas plasmados en mis columnas surgen de noticias, deducciones, intuiciones y ponderaciones de sucesos relevantes. En el mejor escenario, mis conjeturas son aproximaciones a una realidad que cada vez se torna más inaccesible debido a los maniqueísmos de las partes en conflicto. A aquellos que les desagradan mis ideas, tienen la opción de no leerlas o padecer irritación colónica. Me divierten los ataques contra mi persona, fiel reflejo de que levanto costra de llagas. Prefiero crítica a halago. Declararme persona no grata ayuda a mejorar el currículo de un escritor aficionado.
El Minsa construirá cinco hospitales. No tengo clara su intempestiva necesidad. A mi juicio, el mensaje que damos a la población es erróneo. Llevamos décadas de insistir más en prevención que en curación y de repente varios nosocomios nuevos. ¿Por qué no remodelamos y equipamos mejor las instalaciones ya existentes antes de cimentar adicionales? Parte del problema es que hay infraestructuras viejas, desgastadas, carentes de tecnología y recurso humano adecuado en número y especialidad. Los centros de atención terciaria de la capital están saturados de pacientes del interior que pueden ser manejados exitosamente en el lugar de origen.
¿De dónde sacaremos tanto personal capacitado para poblar las novedosas arquitecturas? Cuando se decide la ejecución de un proyecto, debe haber sustentación técnica que avale la decisión. ¿Cuál es la relación de camas hospitalarias por cantidad de habitantes que tienen las regiones beneficiadas? ¿Se ajusta la cifra a estándares ideales? Gran culpa del caos en atención sanitaria se debe a las asimetrías y duplicidades de nuestro irracional sistema bicéfalo. La CSS ya cubre el 80% de los panameños.
El Minsa tiene suficiente trabajo con actividades de planificación, promoción, prevención, vacunación, control de vectores, enfermedades emergentes, calidad de medicamentos, seguridad hídrica y alimentaria, currículos profesionales, salud sexual y reproductiva, etc. ¿Por qué no dejamos la administración de todos los hospitales a la CSS y la rectoría de las políticas de salud al Minsa?
Analicemos evidencias. Según el boletín “Panamá en cifras”, contamos con 61 hospitales a lo largo del país. Sólo las comarcas emberá y ngäbe carecen de nosocomios. Informes de la OMS indican que el número de camas hospitalarias de los países más desarrollados varía entre 3 y 20 por cada mil habitantes. Estados Unidos, Canadá y España poseen cifras cercanas a 4 x 1000. Cuba tiene 5, Brasil y Chile 3, Uruguay 2 y Costa Rica 1.5. Panamá reporta 2.5 x mil. No estamos tan mal. Nuestra nación tiene 4 mil 500 médicos, es decir 1.3 galenos por cada mil habitantes.
EU, Canadá, España, Cuba, Brasil, Chile, Uruguay y Costa Rica tienen entre 1.1 y 5.9 x 1000. La distribución geográfica es, sin embargo, desigual. La provincia de Panamá muestra 1 facultativo por cada 560 ciudadanos, Bocas del Toro 1 por mil 300, Darién 1 por 2 mil, Kuna Yala 1 por 2 mil 500 y región ngäbe 1 por 11 mil 500. Estamos muy rezagados en cantidad de enfermeras. En los países más avanzados existen aproximadamente 3 enfermeras por cada médico mientras que aquí la cifra es inversa (4 mil 100 o 1.2 x mil).
Considero que las prioridades nacionales en salud incluyen mayor inversión en la red primaria, mejor cubrimiento de áreas rurales e indígenas, remodelación y equipación de unidades hospitalarias ya disponibles, formación de enfermeras y unificación del sistema de atención.
Dos adicionales necesidades son la construcción de un hospital para Colón (el Amador Guerrero es una pocilga) y, como recientemente anunciada, una moderna ciudad hospitalaria ecológica (con accesos al MetroBus, cafeterías, áreas de esparcimiento, oficinas bancarias, etc.) que incluya otro Complejo Metropolitano (espacioso y alejado de tranques estudiantiles), un pabellón geriátrico, un instituto de cardiología, una sede nacional de trasplantes y un único hospital infantil, para asegurados y no asegurados. Si se ejecutan todas estas tareas, el impacto en nuestros índices de salud será tangible.
Mientras el pueblo sea el máximo beneficiado, no me importa que los protagonistas obtengan réditos políticos o graben sus nombres en placas doradas. Manos a la obra.
