[VÍCTIMAS SIN JUSTICIA]

La Iglesia católica y los criminales ocultos

Si el Vaticano quiere enviar el mensaje de que realmente está haciendo algo para evitar el abuso sexual contra niños, entonces debe entregar a la policía los sacerdotes pedófilos que hoy oculta. Es la única salida honorable y justa.

La reciente reunión del papa Benedicto XVI con los obispos de Irlanda sobre los cientos de casos de abuso sexual en ese país durante más de tres décadas culminó con una vaga y tibia declaración sobre la “grave crisis” que enfrenta la Iglesia. Pero el Vaticano no nombró ni entregó los sacerdotes criminales y sus cómplices a la justicia civil irlandesa. El Papa tiene que hacer mucho más para ser creíble en este asunto.

El liderazgo de la Iglesia católica no parece haber aprendido mucho de la crisis que sufrió, recientemente, en Estados Unidos y no ha podido recobrar su credibilidad.

En Estados Unidos, la Iglesia católica no entregó los sacerdotes abusadores a la justicia, lo que hizo en muchos casos fue cambiarlos de parroquia. O, como en el caso de la Diócesis de Los Ángeles, por ejemplo, pagó $660 millones para cerrar 508 casos de abuso sexual, pero no identificó a los religiosos culpables.

Ahora el Vaticano está siguiendo la misma estrategia fallida y cobarde en Irlanda.

La jefatura de la Iglesia denuncia, sí, los crímenes cometidos contra cientos de niños irlandeses. Pero, más allá de su aparente indignación pública, no hace nada al respecto.

La Comisión Investigadora del Abuso Sexual publicó un informe en mayo de 2009 sobre los maltratos físicos y sexuales que sufrieron 413 niños en 26 escuelas o reformatorios católicos en Irlanda (www.childabusecommission.com), y que incluyeron golpes, violaciones sexuales y, sobre todo, silencio.

El informe está cargado de descripciones gráficas de abuso infantil por parte de sacerdotes y religiosos católicos. Y lo más grave de todo es que, en su mayoría, los victimarios estánlibres.

Lo que ahora me preocupa mucho es que se sepa poco sobre el mismo crimen en América Latina.

Yo estudié en una escuela católica en el estado de México y sufrí como muchos de mis compañeros los golpes, humillaciones y maltratos de tres sacerdotes benedictinos durante años.

Uno, gigantón, cargaba en el pantalón una suela de zapato con que nos golpeaba y sacaba sangre. Otro, rubio y sádico, además de sus golpizas, trataba de humillarnos por varias maneras. (Esa persona es la primera en mi vida que llegué a odiar). Y uno más, cantarín, nos arrancaba alegremente y a jalones los pelos de las patillas.

Tuvimos suerte de no sufrir abusos sexuales, pero estoy seguro de que en otras escuelas católicas de México y América Latina la historia es muy distinta. ¿Y dónde está ese informe? Tarde o temprano tendrá que ser investigado y escrito, como en Irlanda.

El silencio que sigue imponiendo el Vaticano al negarse a investigar, nombrar y entregar a la justicia los sacerdotes culpables de pedofilia es otro abuso más. Al ocultar criminales se hace cómplice de esos crímenes.

Ya es hora de que la Iglesia católica se ponga del lado de las víctimas y no de los sacerdotes criminales.


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