En 2007 me inscribí en el Partido Revolucionario Democrático [PRD] orientado por el estudio de su ideología, historia y visión; motivado por Alexander Hepburn, Publio De Gracia y acompañado por mi tío Laurentino Cortizo. Lo que me ha impulsado durante años a participar activamente en política va más allá del ámbito privado, tiene como norte el avance social de todo un país. Así lo aprendí y viví en una campaña presidencial que concluyó en 2009 (en otra publicación les hablaré de esto).
El Partido Revolucionario Democrático no se fundó para repudiar o respaldar a un determinado gobierno ni para gobernar con cierto grupo de personas, sino para establecer -en unidad- acciones sociales que beneficien al país. Ese PRD que describo no es el que seguramente identificamos y apoyamos hoy en día.
A pesar de ser partidario de que “todos los miembros del PRD son valiosos”, acepto que gran parte de los problemas de mi partido tienen origen en las aspiraciones de algunos de perpetuarse en el poder. En ese afán de perpetuidad se cometen errores tan trágicos que en ocasiones nos cuestan la vida, electoralmente hablando.
Ya lo experimentamos en 2009 con la inoportuna candidatura presidencial de Balbina, quien luego de perder las elecciones identificó a Torrijos Espino y a Lewis Navarro como los autores de dicha candidatura, aun cuando todos habían establecido previamente apoyar a otro precandidato. Veo la misma práctica en las aspiraciones de algunas personas sin importar el daño que causan a Panamá, al PRD o a terceras personas, cuyo único pecado es pensar distinto a ellos.
Estas personas califican cualquier opinión diferente a la de ellos, como proveniente de miembros del PRD “afines a Martinelli”, pero sin sustentar estos criterios que a todas luces solo son motivados por sus deseos de perpetuarse en un cargo transitorio. Otra parte de los problemas de mi partido son las campañas negativas. Me cuesta creer que a dos años de una elección, con un precandidato y un liderazgo evidente (como reflejan todas las encuestas a nivel nacional) y bajo la necesidad urgente de unidad, sigamos descalificándonos entre nosotros.
Exhorto a cada persona que tenga alguna acusación sobre otro copartidario a sustentarla en los tribunales, no en los medios de comunicación; también exhorto a cualquier miembro del PRD que sea víctima de una falsa acusación a responder con trabajo partidista e iniciativas orientadas a la unidad. Si tener un partido en sintonía con Panamá es la meta, la renovación parcial o total del CEN del PRD es el camino.
No solamente estoy con el PRD, estoy con cada uno de los panameños que ve en algún líder de este partido la esperanza de vivir mejores días y frenar la concatenación de errores del gobierno actual. ¡Estoy con Panamá!
