DIPLOMACIA.

Panamá y China, ¿gato encerrado?

Una noticia enviada por el China Times desde Panamá y publicada en Taipei (Taiwan) da cuenta de negociaciones "secretas" entre nuestro país y China en torno al establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países ("Panamá y China conversan en secreto", La Prensa, 21 de febrero de 2006).

Según el despacho publicado el 20 de febrero en Taipei, en julio de 2005 se llevó a cabo una ronda "secreta" en Madrid sin que se llegara a ningún acuerdo. La delegación panameña estuvo presidida por Jorge E. Ritter, quien fuera canciller durante la administración de Ernesto Pérez Balladares, cuyo gobierno mantuvo relaciones tan calurosas con Taiwan que incluso el responsable inmediato de la política exterior le recomendó públicamente en 1999 a la entrante presidenta Mireya Moscoso mantener la situación sin cambio alguno, consejo que la ex mandataria siguió al pie de la letra.

Recordemos el fracasado Congreso Universal del Canal de Panamá, de 1997, el financiamiento de la construcción del edificio que alberga la Cancillería, así como las donaciones millonarias canalizadas por Taiwan a través del Museo del Tucán y la Fundación Mar del Sur, entre otras modalidades de la diplomacia de chequera de Lee Teng Hui y Chen Shui Bian que aún tienen cuentas pendientes con la justicia.

En efecto, Panamá mantiene relaciones diplomáticas con Taiwan y solamente ha autorizado el funcionamiento de la Oficina de Desarrollo Comercial Chino-Panameña como única representación de la República Popular China. Dicha oficina debía tener un carácter temporal porque, cuando fue autorizada bajo la administración de Pérez Balladares, se esperaba que las relaciones plenas con la China Popular vendrían de seguidas, cosa que evidentemente no ocurrió.

Pero el tiempo no pasa en vano y ahora existe casi una entusiasta unanimidad en sectores representativos del país en torno a la conveniencia de establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China en el marco de un acuerdo integral. El ex presidente Jorge Illueca, el ex vicepresidente Ricardo Arias Calderón, el ex canciller Oydén Ortega, y otros miembros distinguidos de la Asociación Panameña de Amistad con China han vertido opiniones persuasivas en ese sentido.

La última ronda "secreta" se celebró igualmente en Madrid a mediados de febrero de este año, pero esta vez, según la noticia, la delegación panameña fue presidida por el primer vicepresidente y ministro de Relaciones Exteriores, Samuel Lewis Navarro. Pero, ¿cómo unas negociaciones "secretas" llegaron a manos de un periodista taiwanés del China Times que se encontraba en Panamá, permitiéndole que éste lo enviase a Taiwan y fueran divulgadas mundialmente sin que nuestro pueblo panameño se enterase antes, despojándolas de su supuesto carácter secreto?

¿Quién o quiénes filtraron la información al periodista? ¿Con qué propósito? ¿Para hacer fracasar las negociaciones? ¿Para presionar a Taiwan a fin de que haga concesiones y donaciones y ofrezca mayores prebendas? ¿Para que la China acceda a determinados requerimientos que quizás se consideren de no fácil aceptación?

Sea como fuere, las prolongadas e interminables pláticas entre China y Panamá, sin que se llegue a una pronta decisión y sin que se conozcan los intereses en juego y los objetivos de las negociaciones, no hacen sino aumentar la incertidumbre y la intranquilidad y atizar toda clase de especulaciones que suelen a veces ser mortificadamente urticantes y contener alguna dosis de estricnina.

Por ejemplo, el mismo día en que apareció la noticia en el diario La Prensa salió la siguiente glosa en la sección de "Incidencias y Confidencias" del diario El Siglo: "Tarea: ¿Qué relación habría entre 15 millones de cajas de banano y nuestras relaciones con un país asiático?".

Durante la llamada "Guerra del Banano" en 1974-75, Panamá le vendió a la China Popular una gran cantidad de bananos que no tenían comprador. En 1982 se me ocurrió preguntarle al embajador de China en Colombia: "Señor embajador, ¿qué hicieron Uds. con esos bananos?" Me respondió, sonriendo tranquilamente: "Le dimos un banano a cada niño de kindergarten en Shanghai durante el desayuno". ¡Claro! Nada más el año pasado le pregunté al alcalde de Shanghai: "Señor alcalde, ¿cuántos habitantes tiene su distrito?" Su respuesta fue: "Algo más de 19 millones de habitantes."

La glosa de El Siglo se refiere a 15 millones de cajas de bananos, cifra bastante aproximada a nuestra menguada exportación total, Chiquita Brands incluida. De manera que el "país asiático" solamente puede ser la República Popular China, pero, vistos los compromisos de este país con otros productores de banano en otras regiones del mundo, habría que emitir una "Proclama" desde Beijing exhortando a cada ciudadano chino a consumir un guineo por la mañana y, por la tarde, cenar además un delicioso "chocao" panameño, con mucho jengibre y coco. Esto no es justo, ¿verdad?

Pero si se tratara de 15 millones de cajas de banano adicionales a las que actualmente se producen, ¿de dónde saldría esta producción extra? ¿Cuáles y de quiénes serían las miles de hectáreas nuevas que se necesitarían? Así que, una de dos: o la cifra está equivocada o aquí hay "gato encerrado" y, de ñapa, algún loro parlanchín se salió de su jaula.


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