Tanto la recuperación y estabilización de la salud financiera de la Caja Del Seguro Social (CSS), como el financiamiento y deuda a contraer por el ensanche o construcción del tercer juego de esclusas del Canal de Panamá, son retos de enorme trascendencia e importancia para el pueblo panameño, que juntos –Estado y pueblo– debemos afrontar y solucionar durante el próximo decenio.
Por ello es impostergable encontrar, después de un examen sereno y juicioso, la ruta crítica hacia la prioridad nacional más inteligente y razonable, o si preferimos llamarle el camino obligado hacia la "conveniencia nacional", que nos garantice la seguridad de nuestras jubilaciones; el derecho a una vejez decorosa y no paupérrima al final de la vida; la propia existencia y salud de los trabajadores, profesionales y obreros panameños.
Bajo el mismo prisma, si tenemos presente que para sanear el grave déficit comatoso de la CSS se necesitará proveerla de 3 mil millones de dólares frescos –ya que el déficit sigue creciendo en 720 mil dólares cada 24 horas, o sea 500 dólares cada minuto que transcurre– mientras divagamos en búsqueda de solución, si todo sigue igual y no se le pone remedio a esta situación al final del año 2005 el déficit se habrá hinchado en más de 265 millones 800 mil dólares.
Vale decir entonces, y sin dudarlo, que para detener esta dramática situación y solucionarla, hará falta un liderazgo excepcional con gran arraigo popular; un fino olfato político, sensatez, temple y determinación del estadista de turno en la República, el presidente, Martín Torrijos.
En el otro segmento del horizonte que relampaguea y presagia posible naufragio económico nacional, nos espera el gran compromiso del referéndum que ordena nuestra Constitución en el Art. 319, para dirimir democráticamente en las urnas si los panameños aceptamos o rechazamos la enorme deuda que ocasionará la construcción de la tercera línea de esclusas, por unos 5 mil millones de dólares (según la ACP), y quizá se eleve durante su ejecución y final de la obra a más de 8 mil millones, a consecuencia de los inevitables imprevistos, los que universalmente en este tipo de enormes infraestructuras está por el 30%.
Como el amable lector ya se lo habrá preguntado, esta deuda tan pesada –en caso de contraerla y responsabilizarnos por ella solo los panameños– tendríamos que saldarla con nuestras utilidades derivadas de la operación del Canal, quizá por los próximos 25 a 30 años, paralizando o afectando seriamente los programas de educación, vivienda, salud pública e infraestructuras para el desarrollo humano durante los próximos seis periodos presidenciales.
Las recientes declaraciones a los medios del ministro de Economía y Finanzas, Ricaurte Vásquez, donde precisa que en 2011, o sea en seis años más, la Caja del Seguro colapsará irremediablemente si antes no hacemos algo por salvarla, deben ser motivo de gran preocupación y un llamado a la reflexión ciudadana para definir responsablemente cuál debe ser la prioridad: la construcción del tercer juego de esclusas o salvar la CSS.
Mi respuesta como ciudadano sería llevar hasta el final ambos retos nacionales, simultáneamente, sin embargo ello no es posible, ya que el propio responsable de las finanzas nacionales nos advierte que en la situación de crisis actual de la CSS sería poco probable contratar empréstitos por 5 mil millones de dólares para modernizar el Canal. Como son cosas tan ciertas y somos un pueblo inteligente con alta escolaridad, en vez de empecinados, queda solo administrarnos por objetivos sucesivos.
Si la CSS, hoy en cuidado intensivo, espera de sus hijos una cirugía mayor o de lo contrario muere en los próximos seis años, y en el otro lado de la balanza nuestro Canal funciona y opera un negocio saludable y lucrativo, más su capacidad por alcanzar la saturación en el trasiego de barcos aún con espacio ocioso por llenarse quizá en el año 2018, lógicamente deberíamos sugerir a nuestros gobernantes como prioridad nacional a la Caja de Seguro Social. Lograda la recuperación de esta institución que forma parte de la identidad y símbolo del desarrollo humano panameño, nos lanzaríamos a construir la tercera línea de esclusas de nuestro Canal.
Cuando logramos firmar el Tratado Torrijos-Carter, aquel estadista panameño Omar Torrijos nos legó el siguiente reto a las futuras generaciones: "Las áreas, territorios y bienes recuperados por virtud de los tratados del Canal con EU, así como los beneficios y riquezas que deriven de la operación del Canal de Panamá, deberán ser destinados al mayor uso colectivo posible de la población panameña".
Sería difícil encontrar otra justificación tan noble, como la que nuestro Canal aporte parte de sus utilidades y reservas para auxiliar a la institución más importante que brinda bienestar y salud al pueblo. Y si persisten algunas dudas, entonces sometámoslo a un referéndum.
El autor es militar (r) y ex ministro de Estado