Coincido en gran medida con los comentarios emitido por el prestigioso periodista de la televisión especializado en boxeo y otros temas del acontecer nacional, Sr. Juan Carlos Tapia, al tratar de justificar la inversión de unos B/.800 mil balboas del joven miembro del "Team Político Martín" e influyente ministro de la Presidencia, Lic. Ubaldino Real, en la construcción de su nueva residencia, por esa extraordinaria cifra, la que al final seguro rebasará el millón de balboas.
Emergerá de la tierra la colosal "Mansión Real", la que además de lujoso palacio donde residirá en unos meses la familia Real, junto al Mirador de las Esclusas de Miraflores del Canal de Panamá; las ruinas de la residencia de los Noriega en Campoalegre; el cCerro Ancón y su túnel; la torre de Panamá La Vieja; el Casco Viejo; la Ciudad del Saber; el Puente Centenario; el desarrollo del causeway; etc.,etc., se incluirá como punto de interés turístico a visitar la Mansión Real, para mostrar a los turistas que diariamente y cada vez más nos visitan.
A partir de allí el hoy ministro Sr. Ubaldino Real, se convertirá en prisionero de su opulencia. Hasta aquí todo es correcto y legal si se tratara de un ciudadano particular y con actividades empresariales y comerciales muy distantes de ser un "funcionario público", entonces sí coincidiría sin espacio a la menor duda con el buen amigo Juan Carlos. Vale decir que hechos imprudentes como el que nos ocupa hoy alrededor del ministro Real, no cabe dudas que invitan a las reflexiones suspicaces, empañan la transparencia de la gestión del gobierno Torrijos y sacrifican principios éticos y morales del buen servidor público, responsable y compenetrado de la responsabilidad del cargo que ostenta ante la majestad del soberano. Poca diferencia se puede establecer con el gobierno anterior de la Sra. Moscoso, cuando ella recurriendo al control pleno de la institucionalidad del Estado y un capricho de su adolescencia se apoderó del patrimonio nacional "Punta Mala", utilizando de comodín a su hermano que fungía entonces como cónsul de Panamá en Pireos, Grecia. Esta vez el paralelismo con el caso de una adquisición muy dudosa de Punta Mala, coincide aunque no tan exacto por lo actuado del Sr. ministro Real en dos cosas en común, ya que logró nombrar con explicaciones que hizo públicas a su hermano de cónsul de Panamá en Hong Kong, consulado muy disputado por la renta exuberante que de allí se desprende. La prepotencia y poco rubor del ministro Real en este caso aunque no haya violentado ninguna ley o incurrido en peculado demostrado, obliga al Gobierno Nacional a no referirse más a hechos de suprema duda o corrupción de gobiernos anteriores, ya que la cosa no solo despide malos olores en el Ministerio de la Presidencia, sino también en el Tribunal Electoral y la propia Asamblea de diputados con evidentes e inescrupulosos casos hasta confesos de nepotismo.
Considero lamentable e irresponsable el desliz del ministro Real, porque desfigura y mancha la gestión y esfuerzos que ha venido impulsando el Sr. presidente Martín Torrijos, de imagen sana todavía, ¡pero puede variar si sigue tolerando semejantes excesos de sus colaboradores más cercanos! (Los peces inician su descomposición por la cabeza) Me atrevo a sugerir que en la actual coyuntura de este craso error ético y moral, el ministro Real por solidaridad y consideración con su amigo personal y presidente, ¡debería separarse del cargo a la mayor brevedad posible! Allá, en la década de los años 70 en un Consejo General de Estado que se realizaba en el Salón Amarillo de la Presidencia, el jefe de gobierno, general Omar Torrijos, emplazó públicamente a uno de sus ministros por opulencia, ostentación de fortuna y compras de una residencia lujosa que no correspondía a su escala salarial; finca ganadera en Chiriquí; otra empresa afín a la construcción, etc. Y le preguntó ante todos los que allí estaban en voz alta, pero sin perder la serenidad,... ¿explique señor ministro, de dónde obtuvo el capital para semejantes inversiones y así de pronto? La respuesta giró en el medio de un silencio profundo y expectante, entre haberse ganado varias loterías y herencias de fortunas familiares, etc. etc. Causó pena y dolor semejante sanción moral que recibió aquél funcionario del gabinete. Tiempo después él optó por separarse del gobieno.