Comencé este artículo un día en que me iba a comer el cuco, porque tenía que entregarle una nota a La Prensa y estaba retrasada. E inevitablemente, me pongo a escribir sobre comida y soy mi primera víctima, ya que al plasmar en pantalla las increíbles experiencias sensoriales a que es menester someterse en mi línea, naturalmente me va entrando un hambre voraz y recurro ¿a qué más? a los restaurantes que entregan a domicilio.
Por lo menos una vez al mes me entra un ataque de agridulcitis, y mi pesquisa me llevó al teléfono del Restaurante Yee Número 2, en San Francisco (el Número 1 está en Limajo). En ocasión anterior, acudí con varios RDT al local en cuestión y aquí comparto mis experiencias con ustedes.
El menú es bastante básico, pero más extenso que las franquicias como Don Lee y Mr. Chen. Comencemos por las sopas: pedimos una sopa Mayor Alemán de caldo bastante bueno, con sus arquetípicos camarones y tiras de puerquito agridulce que le da una fragancia deliciosa de anís, más jamón, maicitos, zanahoria y cebollina, pero que no traía wantones, solo fideos. También pedimos una sopa Ho Fun, con tallarines. Se puede pedir con pollo, camarones, puerco, y trae además castañas, maicitos, acelgas, zanahoria, cebollina, etc.
Pasando a lo sólido, los arroces fritos vienen al estilo panameño (con salsa de soja) o al estilo Cantón, donde el arroz se deja blanco. En materia de tau fu, el Hun Siu consiste de bloques de tau fu frito con hongos chinos, cebollinas y tiritas de puerco rojo. De gallinas probamos dos que eran pollito tierno, carne blanca de pechuga. Me gustó que no se tratara de gallina troceada con todo y hueso, sino de escalopines blanditos. Uno de ellos era con hongos chinos, que recomiendo por su precio, y el segundo, de gallina (repito, pollito) al curry con cebolla y pimentón verde, casi no dejaba sentir el sabor del curry, pero sin embargo tenía un aroma que me recordó al té de jazmín. En el renglón cerdo, pedimos las costillitas agridulces que estuvieron deliciosas y las costillitas con salsa de frijoles negros, cebolla y pimentón verde, que vinieron con hueso y no estuvieron tan tiernas como las agridulce.
La carne con hojas de mostaza (ojo, que no prometen filete) trajo algunos gorditos, etc., y un arquetípica salsa cantonesa y pasó sin pena ni gloria.
Finalmente, pedimos los mei fun (fideitos delgaditos, tipo vermicelli) combinación (pollo, jamón, puerco, camarones y vegetales), a los que fue necesario añadirles un poquito de salsa de soja.
De postre no pedimos nada. En materia de decoración, el lugar carece de pretensión alguna y está más bien dirigido hacia el negocio de domicilio (las porciones son generosas); ofrecen bebidas gaseosas y jugos de cartón, y por supuesto, té. En general. Dixit.