Las revueltas en Egipto y Túnez ponen nerviosos a los déspotas del África subsahariana. En países como Sudán o Zimbabwe aumentan los disturbios. En Mozambique y Madagascar la oposición comienza a creer que necesita muy poco para avivar la ira del pueblo.
Los gobernantes en Sudán y Zimbabwe observan, con preocupación, la evolución de los acontecimientos en el norte del continente. ¿Los levantamientos populares en Egipto y Túnez desatarán también disturbios en sus estados? ¿Serán los gobernadores autoritarios en esa región los próximos en ser expulsados del poder por manifestantes enfurecidos? La pobreza extrema en amplias partes de la población, el desgobierno y la corrupción siguen constituyendo el caldo de cultivo de un posible movimiento de protestas.
Los acontecimientos en Túnez y Egipto “tendrán un efecto dominó en África y en el mundo”, opina el profesor Maurice Amutabi, de la Universidad Católica de África del Este, en una entrevista con el diario Daily Nation, radicado en Nairobi.
Amutabi considera además que incluso los presidentes más moderados, como Paul Biya en Camerún o Yoweri Musevini en Uganda, se encuentran ante nuevos desafíos. El director del instituto de política Brenthurst Foundation en Johannesburgo, Greg Mills, cree que “los líderes de África deben preocuparse. ¿Tratarán ahora de liberarse de 30 años de dominio autocrático las personas en países, como por ejemplo Zimbabwe?”, se pregunta en un artículo.
Mientras, en Sudán el rechazo abierto al presidente Omar Al Bashir, tras su controvertida reelección el año pasado, se hace cada vez más palpable. Da la impresión de que el referéndum en el sur y la consiguiente futura división del país está debilitando su posición. En la capital Jartum, donde Al Bashir hasta ahora gobernaba con mano dura y donde se veía beneficiado por una oposición débil con fuertes divisiones internas, comienzan a escucharse nuevas voces.
“Bashir debe retirarse” y “Derriben el sistema”, exigieron estudiantes en protestas en demanda de una verdadera democracia. “Si los egipcios lograron superar su miedo, nosotros también podemos”, anunciaron con una renovada confianza en sí mismos.
En Zimbabwe el presidente Robert Mugabe, que lleva en el poder desde 1980, instaba a celebrar elecciones anticipadas con la esperanza de una nueva victoria gracias a métodos cuya eficacia tiene más que comprobada, como la intimidación y la violencia, y con ello de obtener una nueva legitimidad. Su rival de Mugabe en el “gobierno de unidad nacional”, el primer ministro Morgan Tsvangirai, advirtió en clara alusión a Egipto de que no infravalorara el descontento de las personas. “Considero que no es un error que las personas comiencen a exigir más derechos, y eso también vale para Zimbabwe”, subrayó en una entrevista con el canal televisivo Fox News.