Casi dos meses después de la implementación de la última reforma tributaria, los panameños nos preparamos para otro acontecimiento que, sin duda alguna, también afectará nuestros bolsillos: la reforma de la Caja de Seguro Social. Entre todas las propuestas que se han discutido (y las que todavía no han sido discutidas), no se puede perder de vista el impacto social que esta reforma tendrá, especialmente después de que los hogares panameños se comienzan a adaptar a la nueva realidad tributaria.
Consideremos este ejemplo: Con la nueva reforma, un profesional de clase media ahora recibe menos ingreso neto mensual porque tiene que contribuir más en impuestos. Al mismo tiempo, los salarios no incrementan y el costo de la vida aumenta debido a factores fuera de nuestro control como, por ejemplo, el incremento del costo del petróleo. Como resultado, ese profesional ahora contribuye menos a su hogar. ¿Qué sucede? Su estándar de vida se ve mermado: ya no tiene ese ingreso adicional. De nada le sirve que le hayan exonerado el ITBMS de los restaurantes de comida rápida si ya no tiene suficiente para costearle ese "lujito" a su familia los fines de semana.
Aunado a esto, si la reforma al Seguro Social se hace al mismo compás de la reforma tributaria (léase a tambor batiente en la Asamblea, sin la debida consulta a todas las partes interesadas), el eventual colapso de la Caja de Seguro Social sería inminente. Esto significa que ese profesional de clase media, al igual que muchos otros jóvenes profesionales, va a tener que contribuir con parte de su precario ingreso para mantener a sus padres, ya que éstos no tendrán el ingreso que con tanto esfuerzo contribuyeron a la quebrada Caja. Además de esto, este profesional y su familia prácticamente no podrán salir de su casa porque, con la pésima situación económica, el crimen y el sentimiento de inseguridad ciudadana han crecido a la par con el descontento ciudadano que genera la difícil situación por la que atravesamos.
Ante este panorama desalentador, el gobierno nacional nos pide sacrificios, con eslogans como "Ahora es Cuando". Sin embargo, es muy hipócrita pedir sacrificios cuando hay miles de panameños capaces sin empleo debido a la difícil situación económica que vive nuestro país y, sin embargo, se le otorga un puesto en el servicio diplomático de Panamá en un país caribeño a una persona cómplice de amasar una fortuna de dudosa procedencia. Es cierto que construir el Panamá que todos queremos es tarea de todos, pero el gobierno debe dar muestras de cambio: el pueblo desea ver que los impuestos que contribuye no terminen en privilegios para unos pocos. El gobierno nacional debe hacer realidad su eslogan de "Ahora es cuando" para demostrar, por primera vez en la historia, que esos ingresos que los panameños contribuimos en forma de impuesto se vean invertidos en capital humano y en la promoción de inversiones con el fin de crear fuentes de trabajo que permitan a Panamá competir en el nuevo orden mundial.